Muchas películas de arte llegan a tener un alcance mundial y dejan una marca importante, tal como la trilogía de Kieślowski, Tres colores: Azul, Blanco, Rojo.
Libertad, igualdad y fraternidad.
Tres filmes de corta duración (Azul, de 94 minutos; Blanco, 88 y Rojo, 99), pero mucho contenido, forman una trilogía conceptual que, en realidad, abordan distintas historias.
El proyecto está unificado por los colores de la bandera francesa, pues la producción es mayoritariamente de ese país, con participación polaca y suiza.
Se dice que la temática de cada una de las cintas representa el lema de la bandera de la república francesa, en orden: libertad, igualdad y fraternidad. Mientras que las descripciones se ajustan a sus respectivas historias, el director comentó que, si el presupuesto hubiera sido provisto por otro país, los filmes habrían tenido otros nombres, mas habrían sido los mismos.
Lo que es innegable es que la trilogía aborda el amor desde puntos de vista distintos y, también tratan acerca de las segundas oportunidades que da la vida, en muchas ocasiones, de manera forzada o hasta traumática.
Tres colores: Azul, Blanco, Rojo.
Azul, tuvo su estreno en Francia, el 8 de septiembre de 1993, y muestra un extraordinario trabajo por parte de su elenco, encabezado por Juliette Binoche, como Julie, la esposa del famoso compositor, Patrice de Courcy.
Cuando la pareja viaja por carretera junto con su pequeña hija, sufren un accidente automovilístico del cual, únicamente sobrevive Julie. Después de un intento de suicidio, decide seguir adelante y tratar reconstruir su vida, renunciando a su pasado. Más adelante, tendrá que tomar importantes decisiones.
En Blanco, cuyo estreno fue el 26 de enero de 1994, Dominique (Julie Delphi) pide el divorcio a Karol (Zbigniew Zamachowski). Y no solo eso, literalmente, lo deja en la calle y prófugo de la justicia. De origen polaco y sin dominio del idioma francés, Karol decide regresar a su país dentro de una maleta. El destino le tiene algo preparado.
Rojo, estrenada el 14 de septiembre de 1994 en Francia, narra la historia de Valentine Dussaut (Irène Jacob) una hermosa modelo y estudiante quien, accidentalmente, atropella a Rita, una asustada perrita. Al acudir con su dueño, Joseph Kent (Jean-Louis Trintignant), un juez retirado, para consultar si la llevan al veterinario, el hombre le dice que haga lo que quiera con el perro, pues no le interesa.
En realidad, el juez no tiene interés en la vida y, es por medio de un secreto que Valentine descubre, que comienza una fraterna relación.
Elementos visuales y auditivos.
Como es de suponerse, cada filme presenta fuertes simbolismos y predominancia de los colores que muestran en su título, ya sea por medio de filtros u objetos. Las tres películas fueron dirigidas y coescritas por Krzysztof Kieślowski (con Krzysztof Piesiewicz).
Dos de los elementos más importantes de la trilogía son la fotografía y la música. Para la primera tarea, se eligió a tres destacados cinematógrafos, Sławomir Idziak (Azul), Edward Kłosiński (Blanco) y Piotr Sobociński (Rojo).
El lenguaje visual de cada filme es, además de estético, práctico, ya que acentúan aquello que desean que sea captado por el espectador y, en muchos casos, interpretado.
La música es hermosa y también parece creada por tres diferentes personas, mas en realidad se trata del amigo y colaborador frecuente de Kieślowski, Zbigniew Preisner.
En Azul, por ejemplo, al tener como componente importante la música del fallecido esposo de Julie – se rumora que era ella la verdadera compositora-, la banda sonora toma un papel preponderante, casi como si fuera un personaje más.
Unidas en espíritu.
Son pocos los nexos entre uno y otro filme, aunque sí los hay. Por ejemplo, los tres protagonistas contemplan –o actúan, en su caso-, a alguna persona mayor que intenta arrojar un envase a un contenedor de color verde.
En Azul, Julie es rechazada por un el guardia de un juzgado cuando la joven viuda intenta entrar. La misma acción también aparece al inicio de Blanco. El juicio que se lleva a cabo es el de divorcio entre Karol y Dominique.
Así también, los tres filmes cierran con una toma centrada en alguno de los personajes que, por diferentes motivos, lloran.
La trilogía de Kieślowski maneja un lenguaje sencillo y carece de pretensiones, por lo que resulta agradable de ver. Trois couleurs: Bleu, Blanc y Rouge, cumplen 30 (y 31) años.