Algunas películas se convierten en parteaguas culturales. De igual manera, hay personajes que permean la cultura y dejan huella. Hay otras que llaman la atención por su realización, por su banda sonora, por sus actores o por sus frases. Pulp Fiction es todas las anteriores.
Era el año 1994 cuando la cinta -que en México por alguna bizarra razón bautizaron como “Tiempos Violentos”- llegó a los cines. Poca gente había escuchado hablar de Quentin Tarantino, escritor, actor, productor y director de cine. Con esta entrega, todo cambió. Miles de personas se unieron a sus huestes, en su mayoría jóvenes.
Hablar de la importancia de Pulp Fiction está casi de sobra. Sabemos que fue la cinta que catapultó a Samuel L. Jackson y a Uma Thurman al estrellato. ¿Y qué decir de Tim Roth, honey bunny? También resucitó la carrera de John Travolta y presentó al actor ante una generación que no conocía de Danny Zuckos o Tony Maneros.
El cine de Tarantino es incómodo, áspero, tiende a crear atmósferas lentas y es verdaderamente irreverente. A veces cae en lo racista y machista. Es sanguinario y excesivo. Ciertamente no es cine para todos.
El título de Pulp Fiction está basado en las publicaciones de la primera mitad del Siglo XX en Estados Unidos, que se hacían sobre papel “de pulpa”, muy barato para tirajes grandes, de colores entre sepia y blanco, poroso. Por lo general, eran historias en prosa (y algunas ilustraciones) con personajes de ciencia ficción, como Doc Savage, The Shadow o Flash Gordon. También existían los géneros –muy populares- de romance, gánsters y horror, entre otros. La cinta de Tarantino toma un poco de todos.
En aquellos años, resultó novedosa la narrativa no lineal del cineasta, pues Pulp cuenta la historia de varios personajes –demasiados-, que de alguna manera se ven conectados, aunque tal vez no de manera directa. Dos mafiosos al servicio de Marcellus Wallace (Ving Rhames) y quienes hacen los trabajos sucios, Vincent Vega (Travolta) y Jules Wingfield (Jackson), son los principales hilos conductores de esta violenta historia, exagerada y por demás absurda pero memorable.
La selección musical de Tarantino también se cuece aparte. El director elige para sus películas canciones que no necesariamente fueron éxitos, de géneros muy diversos y, por lo general, antiguas. En su entrega de 1994 escuchamos desde la inglesa Dusty Springfield, baladista, con Son of a Preacher Man, una canción un poco más movida. Los pioneros Chuck Berry (You Never Can Tell) y Al Green (Let’s Stay Together), Kool and the Gang (Jungle Boogie), hasta el clásico de Neil Diamond, en la versión de Urge Overkill (y único éxito del grupo), Girl, You’ll Be a Woman Soon. Cada canción tiene su momento.
El género surf no es extraño para el director y gracias a él tuvo un ligero resurgimiento en aquella década. Dick dale, una de las figuras principales de la corriente californiana, con Missirlou, se convirtió en himno de los 90’s. The Tornadoes también aparecen con Bustin’ Surfboard. Tener el disco en el auto o en la casa en ese tiempo, era obligatorio. La mezcla entre los diálogos de la cinta y las canciones también se convirtieron en indispensables.
Otro elemento importante de Pulp Fiction, son los diálogos, entregados genialmente por cada uno de los integrantes del elenco. El Mr. Wolf de Harvey Keitel, Butch de Bruce Willis (o su padre, el capitán Koons de Chris Walken y su historia del reloj), Yolanda (o Honey Bunny) de Amanda Plummer o su novio, Ringo (Tim Roth). Todos y cada uno de ellos tienen frases que a la fecha se usan y se recuerdan.
Tarantino creó un lenguaje propio y un rincón especial del cine donde habitan él y sus personajes. Es influencia para un sinfín de nuevos –y no tan nuevos- cineastas. Y todo fue gracias a Pulp Fiction, que llegó a las salas de cine el 14 de octubre de 1994. Hoy celebramos sus primeros 25 años.
Padrísima remembranza de una película tan novedosa en los 90’s
Me da mucho gusto que te haya agradado. Es indispensable para quien gusta del cine, como tú.