La relación entre Canadá y Estados Unidos se tensó este martes luego de que el presidente Donald Trump anunciara un aumento del 25% al 50% en los aranceles sobre el acero y aluminio canadienses.
Sin embargo, horas después, tras una llamada con el primer ministro de Ontario, Doug Ford, decidió reconsiderarlo.
La medida respondía a la decisión de Ontario de imponer un recargo a la exportación de electricidad a tres estados estadounidenses.
Pero tras la conversación entre Ford y el secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, Trump reconoció el gesto del gobierno canadiense y dijo que “probablemente” revertiría el incremento.
El futuro primer ministro de Canadá, Mark Carney, aseguró que la respuesta de su país tendrá “un impacto máximo en EE.UU. y mínimo en Canadá”. Días antes, había afirmado que “Canadá nunca será parte de Estados Unidos”.
Trump advirtió que si Canadá mantiene las “tarifas atroces”, impondrá aranceles a los automóviles a partir del 2 de abril, lo que podría afectar seriamente la industria automotriz canadiense. Incluso sugirió que “lo más sensato” sería que Canadá se convirtiera en el “51º estado” de EE.UU.
Los nuevos aranceles afectan sectores clave como la construcción y la automoción. Canadá suministra el 50% del aluminio y el 20% del acero que importa EE.UU., según EY-Parthenon.
Empresarios como Drew Greenblatt, de Marlin Steel, celebraron la medida, pues aseguran que favorece a la industria local. Sin embargo, economistas advierten que la subida de costos impactará a consumidores y empresas que dependen del acero extranjero.
Los aranceles de Trump, que entrarán en vigor esta medianoche, generan incertidumbre en los mercados y amenazan con reavivar la guerra comercial entre ambos países.