Ser joven y emprendedor es un dúo que implica mucho esfuerzo, la lucha más grande es con la experiencia y validar ante los demás, incluso la competencia, que la juventud es un punto a favor.
Si bien la escuela brindó mucho conocimiento, los libros y los cursos en línea quizá no son suficientes, pues entender cómo funciona la realidad en la práctica lejos de la teoría, puede incluir algunos episodios de frustración, estrés, derrotas y muchos desafíos como la falta de financiamiento, capacitación insuficiente, la intolerancia al fracaso, la presión social de éxito, los cada vez menos incentivos gubernamentales y el aumento en la burocracia para lograrlos.
Debes tener siempre en mente que la gente correcta lo vale todo, tu equipo debe apoyarte, impulsarte y motivarte para generar mejores ideas y no sólo eso, ¡tienen que desarrollarlas!; fallar no es el fin del mundo, se vale y está bien, pues de esa forma se aprende.
Ser positivo ante cualquier adversidad, tomando en cuanta que el tiempo es tu recurso más importante y no debes desaprovecharlo, una mala administración puede mermar el crecimiento del proyecto que quieres madurar como emprendedor.
No limites aprender más sobre comunicación, es lo único que puede ayudarte a gestionar la soluciones adecuadas frente a situaciones con las que tú y tu equipo tendrán que lidiar de forma inteligente.
El temor impulsa o paraliza, si a eso le sumas tu irremediable obsesión con la perfección, estarás a punto de entrar a la cueva de lo caótico, atrévete a romper paradigmas e ir por las metas de la evolución.
¡Inténtalo pensando en ideas prácticas! no te compliques la existencia, conquista pasos y procesos, repasa la idea hasta el punto realizable, siempre gestionando un mayor esfuerzo y esa sed por superarte, pero planta los pies en la tierra y desde ahí imagina todos tus alcances.
