“Algo sucedió el día en que murió: el espíritu ascendió un metro y se hizo a un lado; alguien más tomó su lugar y gritó con valentía: ¡Soy una estrella negra! ¡Soy una estrella negra! ¿Cuántas veces cae un ángel? ¿Cuántas personas mienten en lugar de mantener lo dicho?”.
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Esa es parte de la letra de la primera canción del último disco de David Bowie y que da título a la producción: “Blackstar”. La producción se dio a conocer el 8 de enero de 2016, hace 5 años, y también fue día del cumpleaños número 69 del británico. Dos días después, fallecía a causa del cáncer.
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Blackstar es un gran álbum, altamente experimental y con una fusión de ritmos, aunque no fue un disco fácil de escuchar en su momento debido al contexto. La placa tiene fuertes influencias el jazz y el bebop. Esto se debe en gran parte al saxofón del norteamericano Donny McCaslin.
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El último disco en vida de David Bowie contiene sólo 7 tracks y alcanza los 51 minutos de duración. Los de mayor duración son los principales, en los que se puede percibir que el cantante de ojos bicolor imprime un sentimiento de inevitabilidad. El primero de ellos es “Blackstar”, y el segundo, “Lazarus”, que había sido compuesto con varios meses de antelación y para el montaje de un musical.
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En Blackstar, Bowie canta acerca de sí mismo (él es “la estrella negra”), enviando un mensaje que no sería claro en el momento en el que se dio a conocer el álbum, sino después de su muerte. Era un recado postfechado. La música, cautiva a los oídos, y es perturbadora a la vez, tal como su video musical en el que Bowie aparece como un ser de ultratumba dentro de una pesadilla de la que no se puede despertar.
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Consiente de su inminente destino, Bowie habla de dejar este plano y ser sustituido por la siguiente estrella, “Soy la estrella de una estrella”, autoproclamándose influencia para alguien más, para los que habrán de seguir y tomar su lugar. El espíritu artístico del inglés era tal, que utilizó su fallecimiento como su último performance. Y de manera casi poética se conjugó la salida de su álbum número 25 con su cumpleaños y con el día de su muerte, en tan sólo 2 días el mundo tuvo un enorme impacto de todo lo que tenía que ver con Bowie; el músico mantuvo en secreto su batalla de año y medio contra el cáncer de hígado.
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La mortalidad es un tema predominante en el álbum. “Lazarus” habla del que bien puede ser el Lázaro bíblico, pero en la visión de Bowie, este se levanta de entre los muertos, deja su cuerpo físico y se convierte en noticia para los que habitan el mundo terrenal. Es un lázaro interdimensional.
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El resto de los temas mantienen el espíritu alternativo que a veces nos recuerda al Bowie del disco Outside con la historia inconclusa del detective Nathan Adler. El rock se percibe fuertemente en “Sue (Or in a Season of Crime)”, canción de 2014 que se incluyó en su álbum de éxitos, Nothing Has Changed, antes de la creación de Blackstar.
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“Girl Loves Me” es casi incomprensible aún para los propios ingleses, ya que utiliza dos lenguajes: el “polari”, utilizado en los clubes gay de Inglaterra de los años 70’s, durante el reinado de la música disco. Por otro lado, el “nadsat”, creado por Anthony Burguess en su novela La naranja mecánica (A Clockwork Orange).
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Blackstar contó, como es costumbre, con la producción de Tony Visconti, amigo, músico, productor y hasta el final, cómplice de Bowie. El material es digno de una revisión a conciencia tanto en la música como en la letra y deja algo nuevo cada vez que se escucha. Una placa con todo el sello Bowie. Con el último sello Bowie, quien habría cumplido 74 años este 2021.
