Frank Miller definió a Batman en tan sólo 8 comics. El escritor y dibujante destiló la esencia del héroe en dos sujetalibros: el alfa y el omega del Caballero de la noche.
La primera de esas historias se conoce como Year One (Año Uno) y abarca el inicio en la carrera de Batman. Es tanto la historia del héroe, como la de Jim Gordon, el incipiente comisionado de policía. En un estilo totalmente noir, Miller se apoya del excelente ilustrador y narrador, David Mazuchelli, con quien trabajó en Daredevil para Marvel Comics.
.
La segunda historia de Batman es conocida como The Dark Knight Returns (El caballero obscuro regresa) y es el epítome del Hombre Murciélago.
Dice Alan Moore en su prólogo a la recopilación de dicha obra que el héroe de los años 80 ha cambiado, que los lectores escudriñan más a fondo y, en resumen, que han perdido la inocencia por lo que piden héroes más obscuros. Moore sabe de lo que habla, pues tiene en su haber su buen catálogo de obras importantes de naturaleza sombría, como el contemporáneo de Dark Knight Returns, Watchmen. Por otro lado, con el tiempo, el mismo Moore regresó a escribir héroes de visiones más puras, más inocentes como lo eran en los 60’s.
.
Y lo que funciona tan bien en la propuesta de Miller, es precisamente que se trata de una excepción. Causó tanta emoción su tratamiento en Dark Knight Returns, que la fórmula fue copiada hasta el hartazgo.
The Dark Knight Returns es una historia ubicada en el futuro distópico, en la que Batman ha estado retirado por 10 años. De mayor edad, cansado y en malas condiciones físicas, Bruce Wayne ha dejado de lado la vida de vigilante. Wayne es un ser amargado que necesita de una razón para volver a encarnar la esperanza de un futuro mejor.
.
Aquí entra una pieza clave, tan importante como el propio Batman, y que significa un contrapeso a su ideología y métodos: Robin. En esta ocasión, no se trata de un joven, sino de una mujer. Carrie Kelly es una adolescente que se suma a la cruzada del héroe y pese a que pudieran parecer diametralmente opuestos, no lo son, son complementarios. La nueva Robin es todo lo que fue Batman en sus inicios, el sueño por el que se pelea día a día. O, mejor dicho, noche con noche.
.
Así es, Batman: The Dark Knight Returns funciona a la perfección por ser la excepción a la regla. Señala el propio Moore que se trata de una nueva visión para aquellos quienes tenían fija la imagen del Batman del programa de televisión de 1966, en el que Adam West interpreta a un superhéroe que puede llegar a ser simplón y dirigido a niños pequeños, pero que, de alguna forma, los adultos veían cada semana por el mismo baticanal a la misma batihora. Esa era la imagen predominante de Batman.
Frank Miller se va al héroe original, al de los 40’s, producto de tiempos difíciles y obscuros en los que, tanto Estados Unidos como otros países no veían un futuro alentador. Bruce Wayne no se transforma en superhéroe (este término ni siquiera existía), es más un justiciero y vigilante.
.
El comic ha sido desde sus inicios, un medio político. Tanto Miller como Moore lo aprovechan para hacer denuncia de las preocupaciones de sus tiempos. En el caso de Dark Knight, es una sarcástica y aguda crítica a los medios de comunicación y su estrechez con los ámbitos políticos. Es el medio de comunicación como herramienta para promover ciertas agendas. La sociedad no ha sido conquistada, se ha permitido ser dominada.
La radicalización social es cada vez más pronunciada y necesita de una figura central que dé alivio a los puntos de tensión. Batman no es un salvador, sino una luz que permitirá centrar el foco de nuevo. No es una solución, es un llamado a la acción.
.
Pero Batman tampoco está a salvo de caer en el extremo. Es por ello que funciona tan bien el contrapeso creado por la figura de Superman en la lucha más impactante que han tenido estos dos amigos y que igualmente ha sido replicada hasta el cansancio, sin éxito. Batman contra Superman es una lucha de visiones, pero más importantemente, de dos aliados que se respetan. Sin embargo, los ideales no siempre concuerdan, como sucede en el mundo real. Pero al final, el objetivo de ambos es el mismo: ayudar al mundo.
Bruce Wayne no sólo antagoniza con Clark Kent, sino con otros de sus aliados, lo que genera las preguntas: ¿Cambiamos con el tiempo? ¿Es el tiempo el que nos cambia? O, ¿El tiempo sólo nos desenmascara?
.
La composición visual es otra de las cualidades de esta miniserie de cuatro capítulos y un ejemplo perfecto de timing, de ritmo. Paneles pequeños cargados de texto narran poco a poco el relato de Miller. Una vez que construyen y generan inercia, golpean de lleno con una página completa que muestra un momento importante. Estos nos obligan a hacer pausa para admirar el arte, disfrutar dicho momento y digerir lo que vamos leyendo. El estilo empleado por Miller no es su habitual, es áspero y crudo, lo que nos ayuda a ponernos en sintonía con la historia.
Dark Knight Returns es una montaña rusa de emociones y un parteaguas en el mundo del comic. A 35 años de su publicación, sigue siendo toda una experiencia visual y temática. El arte de Miller con las tintas de Klaus Janson y los colores de Lynn Varley, hacen de este trabajo un indispensable en las bibliotecas.