A todos nos toca entrarle y no hay de otra, pero ¿por qué no tomarlo de la mejor forma y comenzar a ver en conjunto los “cómo sí” y dejar de lado un poco los “cómo no”. ¿Qué implica este proceso de adaptación?, la realidad es que es una cuestión de introspección, revisión para modificar y de ahí reinventar.
Tener esta capacidad implica estar atento a nuevas alternativas, panoramas, horizontes, no olvidando el pasado, al contrario, evaluándolo y de ahí tomar partido para mejorar el presente y proyectar el futuro. En ese proceso se debe aceptar que algunas estrategias no han funcionado, o no han dado los resultados esperados, por ello el ajuste de tuercas es primordial. Tener la habilidad de ver en las dificultades y peripecias los nuevos retos y desafíos, hace que te avientes a probar las veces necesarias.
¿Cómo comienzo?
Lo primero es saber y estar consciente que no todos los cambios son un progreso, lo son cuando se llega más rápido o mejor al objetivo planteado. Con eso en la mente, ¡ya estás del otro lado! Debes dejar atrás viejos pensamientos, paradigmas, incluso tradiciones; desaprender, quitarte los vicios, ponerte la mente en blanco y comenzar a modificar hábitos. Luego viene lo difícil para muchos, en donde la mayoría decide regresar a la primera posición: ¿qué tan dispuesto estás a respetar las diferentes formas de pensar, a no pretender tener siempre la razón absoluta y dejar de imponer tus ideas?
El reconocimiento del error, provoca triunfos y grandeza, dejar la predisposición al cambio tiene efectos significativos, pues se van las rutinas y el estancamiento, creces, aprendes, aceptas las cosas que no puedes cambiar, encuentras nuevas soluciones a viejos problemas, le hayas el verdadero gusto a las sorpresas y, sobre todo te mantienes dispuesto a aprender de cosas, procesos y situaciones nuevas.
La inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio”
Stephen Hawking