El día 24 de septiembre de 1991 se dieron a conocer tres discos que ayudaron a trazar el rumbo de la década: Blood Sugar Sex Magic de Red Hot Chili Peppers, Nevermind de Nirvana y El Circo de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. Un trío de 30 años que merece ser revisado de uno por uno.
Mañana hablaremos de Nevermind. Aquí te dejo el línk donde recordamos Blood Sugar Sex Magic:
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En este espacio toca turno a El Circo, material discográfico icónico en el rock mexicano que toma su identidad del barrio mismo. Los sonidos convocados por “La Maldita” en verdad saben a vecindad, a la imagen del pachuco, popularizado por Tin Tan en la época del cine de oro mexicano y quien tiene a bien hacer una aparición al inicio de la grabación. Es una serie de retratos por medios de sonidos y evocaciones.
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Lo urbano se mezcla con la necesidad de expresión y los inspirados músicos reunidos en 1985 lo logran de una agradable manera; al mismo tiempo, La Maldita fusionó sonidos de la ciudad con aquellos que se suceden en un pentagrama, el saxofón deja de ser exclusivo y se incorporarse al rock, a lo crudo y lo rudo.
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El segundo disco de estudio de Maldita Vecindad cuenta con 11 canciones; inicia con “Pachuco”, mientras que termina con “Querida”, cover de otro sinónimo de la cultura mexicana, Juan Gabriel.
Entre los dos símbolos (El Pachuco de Oro y Juanga), escuchamos temas como “Un poco de sangre”, que marca los contrastes de la sociedad: el de la vida del junior quien, sin consideración (ni consecuencia) alguna por su entorno, irrumpe violentamente en la vida de otro joven que bien pudo haber sido él, pero que no tuvo la fortuna de nacer en el lugar indicado. Ambos destinos se entrelazan de manera trágica en una historia que no resulta tan difícil de creer.
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Y para contrastes, los que escuchamos con el humor de “Mare”, acerca de un yucateco que llega a la capital mexicana; es una comparación, los pros y contras de cada latitud. El título hace referencia a una expresión de sorpresa típica de Yucatán.
En otro momento, La Maldita retrata la vida cotidiana, como en “Toño”, un trompetista que se gana la vida día a día, moneda a moneda, dejando su arte de manera generosa. Dando más de lo que recibe.
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Es en la misma vecindad, ficticia en parte y con mucho de real, donde conocemos un poco acerca de “Solín”, o José (que podría tener relación con el José de “Un poco de sangre”), quien adopta el nombre del seguidor de Kalimán, personaje místico de origen mexicano, muy popular en historietas en las décadas de 1970 y 1980. Solín logra enderezar su vida y llega a ser una figura respetada dentro de su entorno.
Otra grande que pertenece a este disco es “Kumbala”, un club de baile, de esos de los cuales hubo muchos y que fueron creadores de historias, donde se entrelazaban las vidas al ritmo de la música, en el juego de luces y el sabor de los licores.
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Directa y sin palabras rebuscadas es la poesía utilizada por el conjunto musical a lo largo de El Circo; claro, no puede faltar una canción sobre estos grandes tendidos que llegaban a las ciudades, entretenían a niños y adultos, y desaparecían como fantasmas, para amanecer en otro lugar.
El segundo disco de La Maldita Vecindad es un retrato sin fecha, de ambientes que se han ido modificando, si bien la esencia persiste. Escuchamos de todo y de todos, con salpicaduras de calipso, ritmo caribeño que también forma parte de Las Américas. Así es El Circo, fusión, inclusión e inspiración. Y no es exclusivo de una ciudad, sino parte de nuestra identidad latina.