Cine

Hace 25 años se estrenó La vida es bella.

De vez en cuando, una película que no proviene del cine de Hollywood toma al mundo por sorpresa. Hoy en día el fenómeno es más común debido a la globalización y a los múltiples servicios de streaming que permiten una diversificación de gustos y de contenidos. Mucho antes de ello, hace 25 años, se estrenó La vida es bella e hizo al planeta posar sus ojos sobre Italia. Y en Roberto Benigni.

Situada, como muchos filmes, en la Segunda Guerra Mundial y en la tragedia del Holocausto, La vita é Bella es una historia de amor con una lección de vida, la actitud con la que se puede tomar cualquier eventualidad, por dura que esta sea.

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La producción escrita, actuada y dirigida por Benigni, camina sobre un hielo muy delgado debido a lo delicado del tema y al tratarse de una comedia. O mejor dicho, una “dramedia”. Sin embargo, la elegancia y tacto con los que se aborda el tema, es de notar.

En su esencia, La vida es bella, tiene como tema central el amor; es una historia romántica que llega a un buen desenlace…. Parcialmente. No se trata del “vivieron felices para siempre”, sino que tiene un vuelco de dura realidad.

La historia es acerca de un idealista en extremo, Guido Orefice (Benigni), quien tiene como plan de vida poner una librería en la ciudad de Arezzo, Toscana, Italia. A Guido, aunque la vida se le atraviesa en varias ocasiones, encuentra siempre la manera de salir adelante. En el camino, incluso encuentra al amor de su vida.

Nicoletta Braschi, actriz y esposa de Benigni en la vida real, interpreta a Dora, el objeto del amor de Guido, un modesto mesero con altas aspiraciones.

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Todo parece funcionar y Dora y Guido realizan su idilio. Es aquí donde termina el aparente final feliz. Un gran inconveniente es que todo esto sucede en la Italia fascista, en el preámbulo a la Segunda Guerra. Guido, al pertenecer a una familia judía, es objetivo de encarcelamiento para el régimen nazi al igual que su tío, Eliseo (Guistino Durano), y su pequeño hijo de cinco años, Giosué (Giorgio Cantarini).

La vita é bella es un filme de un estilo chaplinesco; el modo y estilo de Benigni se ve inspirado por el actor norteamericano, una de sus grandes influencias, y como Chaplin, Benigni logra un equilibrio perfecto entre la comedia y el drama, entre la ficción y lo real. No por nada ganó más de 70 premios a nivel mundial con esta producción.

Es de reconocer, también, la estupenda banda sonora de Nicola Piovani. La música no solo narra, sino que maneja las emociones de la audiencia, llegando a ser más que un actor en esta película. De predominantes temas dulces y románticos, se torna oscura cuando lo requiere y, en unas pocas ocasiones, inmiscuye unos pocos compases de sus temas iniciales para recordarnos, casi subliminalmente, aquellos tiempos que fueron y que no volverán.

La vida es bella nos pone un ejemplo extremo, pero muy válido. Cuando toda su familia es llevada a un campo de concentración, Guido hace de su misión de vida el evitar que su hijo descubra la brutal realidad que los ha engullido y que bien podría ser lo último que conozca. La más cruel tortura es convertida en un juego por Guido, creando su propia realidad y una vida relativamente libre para el pequeño.

Por otro lado, Dora demuestra el amor sin medida y el sacrificio. Cuando ve que su esposo, su hijo y el tío de Guido, son llevados al campo de concentración, pide ser llevada también pese a no tener lazos judíos. Todo por estar más cerca a su familia. Su fortaleza la llevará a resistir, esperando poder verlos de nuevo, si es que existe la más mínima posibilidad. Por su parte, Guido buscará la manera para enviarle mensajes a su amada… a su principessa.

La vita è bella, gran película de origen italiano, cumple 25 años de su estreno, el 20 de diciembre de 1997, en Italia.

Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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