Las abuelas, que dedican parte de su vida a los trabajos doméstico y de cuidados, presentan afectaciones a su salud, lo que en términos médicos se denomina “síndrome de la abuela esclava”, consideraron las académicas del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Verónica Montes de Oca Zavala y Nancy Flores Castillo.
Explicaron que esta situación, la cual también enfrentan algunas personas sin ser abuelas, es una forma de explotación que de pronto se naturaliza y mandata por ser mujeres.
Al participar en la mesa “Día Internacional de las Personas Mayores. Una reflexión desde el género”, moderada por Julieta Giménez Cacho, de Piso 16 Laboratorio de Iniciativas Culturales Universitarias de la UNAM, las académicas expusieron que las féminas realizan la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado, labores que además de carecer de renumeración, se invisibilizan.
Verónica Montes de Oca, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la UNAM, indicó que en el ámbito laboral quienes participan en actividades precarias tienen un ingreso insuficiente y, por tanto, su forma de vida se afecta al igual que su proceso de envejecimiento.
En el ámbito de las pensiones y la seguridad social, puntualizó que en México, como en varios países de América Latina, se registra falta de enfoque de género en el cálculo de éstas. “Así es como se va construyendo esta terrible desigualdad en materia de pensiones entre hombres y mujeres, pero también entre entidades del país”.
La universitaria aseveró que la ausencia de solvencia económica se vincula con violencia familiar, falta de autonomía en la toma de decisiones, devaluación del quehacer femenino dentro y fuera del hogar, al igual que con la invisibilización del trabajo de cuidados en el curso de la vida.
Puntualizó que es necesario tener un envejecimiento activo; es decir, una actitud propositiva, generar vínculos y mantenerse estimulados “para aprender a amar lo que se hace y seguir instruyéndose”.
Consideró importante trabajar para disminuir la desigualdad de género y fomentar la cultura de derechos humanos en el envejecimiento de la población.
En tanto, Nancy Flores Castillo comentó que en el siglo XX el envejecimiento y la feminización de este proceso, además de la germinación de los derechos de las mujeres en esa etapa de la vida, fue un fenómeno importante. “Por fortuna ya existe un discurso feminista instalado y se va institucionalizado”.
Sin embargo, la también integrante del SUIEV puntualizó que se requiere continuar con el trabajo y abonar con los estudios de género. “Sí se ha hecho, pero ha sido insuficiente, necesitamos sumar más esfuerzo para seguir contribuyendo en el tema y entender la complejidad que marcan los diversos procesos en el envejecimiento y las diferentes vejeces”.
En ese sentido, es importante incluir en la agenda de las políticas públicas las situaciones y necesidades de las personas mayores, como su derecho a la sexualidad, salud sexual, a una vida y muerte dignas; recibir pensión; espacios seguros, educación, entre otros aspectos.
Asimismo, en la agenda de los estudios de género la academia feminista debe cuestionarse de qué manera se posicionan dentro de las políticas públicas esas necesidades, concluyó.