El uso de drogas sintéticas en México ha aumentado un 416% en la última década. Según el comisionado nacional contra las adicciones, Gady Zabicky Sirot, el país enfrenta una crisis creciente en el consumo de estas sustancias.
En el último año, 179,342 personas solicitaron tratamiento por adicción a drogas psicoactivas. Este fenómeno está vinculado al cambio de las drogas naturales a las sintéticas, fenómeno que se ha observado en el ámbito mundial durante los últimos 20 años.
El Informe Mundial sobre las Drogas 2023 de la UNODC estima que más de 296 millones de personas consumieron drogas en 2021, un aumento del 23% en comparación con la década anterior.
La facilidad y el bajo costo de producción de drogas sintéticas, como metanfetaminas y fentanilo, han llevado a un incremento en su uso. A diferencia de las drogas tradicionales, que dependen de condiciones climáticas específicas para su cultivo, las drogas sintéticas son más accesibles y económicas para los traficantes.
La producción y el tráfico de drogas
La producción de metanfetaminas y fentanilo en laboratorios clandestinos en México ha aumentado. Esto se ha visto reflejado en el desmantelamiento de un laboratorio en Sonora en febrero de 2024, donde se confiscó un gran volumen de precursores químicos. Según el gobernador Alfonso Durazo, su valor estimado fue de 700 millones de dólares.
Estados Unidos es el principal destino de estas drogas, que son responsables de miles de muertes por sobredosis anuales. Sin embargo, el aumento en el consumo en México también es alarmante. La metanfetamina, conocida como cristal, se encuentra disponible en todo el país y su precio ha bajado a menos de 100 pesos por gramo, haciéndola accesible a diversas clases sociales.
Entre 2013 y 2023, el uso de Estimulantes de Tipo Anfetamínico (ETA) ha crecido considerablemente. Esto incluye metanfetaminas, éxtasis y anfetaminas.
La rápida evolución del consumo revela que hay un promedio de cinco años entre la experimentación y la necesidad de tratamiento, indicando los efectos perjudiciales de estas sustancias en la salud mental y física de los usuarios.
Datos preocupantes sobre la adicción
El informe de la Secretaría de Salud destaca que los 25 estados en México con mayor uso de drogas sintéticas incluyen Sinaloa, Baja California y Jalisco. En total, se incautaron 271.034 toneladas de metanfetaminas entre 2019 y 2023, y se desmantelaron más de 2,020 laboratorios clandestinos.
Además, el consumo de fentanilo ha crecido. El año pasado se registraron 518 casos atendidos, comparado con solo un caso en 2016. También se ha notado un aumento en el uso de jarabes para la tos y ketamina, afectando a un 12% de la población atendida en los Centros de Integración Juvenil.
Nadia Robles, directora del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas (Conasama), ha señalado que la combinación de estas sustancias en ciudades del norte del país está generando una crisis de salud grave. La xilacina, una droga que no puede ser revertida por naloxona, presenta un riesgo adicional.
El consumo de cannabis y otras sustancias
El cannabis sigue siendo prevalente en México. Un estudio de Conasama revela que el 49% de la población ha recibido ofertas de marihuana, y el 26.9% ha consumido esta sustancia. El alcohol y el tabaco continúan siendo problemáticas significativas para la salud pública.
La Encuesta Nacional de Adicciones del período 2016-2017 mostró que el 14.5% de los jóvenes de entre 18 y 34 años había consumido drogas ilegales. Sin embargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador canceló la Encuesta Nacional de Adicciones por problemas presupuestarios, lo que ha dejado un vacío en la recopilación de datos.
Sustancias al volante
Conducir bajo la influencia de alcohol y drogas es una de las principales causas de accidentes de tránsito en México y en todo el mundo. Esta práctica irresponsable no solo pone en riesgo al conductor, sino que también afecta a peatones y otros conductores, generando consecuencias graves y multifacéticas.
En México, más de 32,000 personas adquieren una discapacidad permanente cada año debido a siniestros relacionados con el consumo de sustancias. Esto no solo transforma la vida de los afectados, sino que también impacta a sus familias, según datos de la Alianza Nacional para la Seguridad Vial.
El costo humano y emocional de estos incidentes es inmenso. Además, tienen importantes implicaciones económicas. Los gastos médicos directos, como cirugías, hospitalizaciones y rehabilitación, suman a los costos indirectos relacionados con la pérdida de productividad laboral. Esto incluye tanto la ausencia de las personas afectadas como la falta de personal especializado.
A nivel global, los siniestros de tránsito pueden representar hasta el 5% del Producto Interno Bruto (PIB) en países de ingresos bajos y medios. Esta cifra abarca una variedad de costos, desde la atención médica prolongada hasta las pérdidas de ingresos por discapacidad o muerte de individuos económicamente activos. Asimismo, incluye gastos por la atención de emergencia y la atención médica a largo plazo.
Además de las repercusiones económicas y de salud, las consecuencias legales de conducir bajo la influencia de sustancias son significativas. Las aseguradoras suelen cubrir los daños materiales ocasionados por un conductor ebrio, así como los daños a bienes o a terceros. Sin embargo, la cobertura puede variar dependiendo de la aseguradora y el tipo de póliza.
En muchos casos, los seguros de auto incluyen cláusulas que limitan o excluyen la cobertura si el conductor ha estado bajo los efectos de sustancias.
Por ejemplo, la cobertura para un auto de repuesto puede anularse si el cliente estaba ebrio al momento del accidente. En situaciones de responsabilidad civil ecológica, algunas compañías también se deslindan de la responsabilidad por daños al ecosistema en incidentes relacionados con el consumo de alcohol.
La combinación de costos médicos, pérdidas económicas y complicaciones en la cobertura aseguradora, junto con la amenaza para la vida, resalta la necesidad urgente de implementar medidas preventivas y educativas. La seguridad vial debe ser una prioridad, y el compromiso con la responsabilidad al volante es fundamental para mitigar este grave problema.