Bienestar

¿Perritos o perrhijos?

Desde siempre los animales han tenido un lugar especial en la vida familiar: perros, gatos, conejos, aves, hámsters… aunque como mascotas. Hoy la tendencia aumenta y muchos ha comenzado a adoptar conductas extrañas que poco a poco se normalizan.

De ser pet friendly a tratarlos como un miembro humanizado, el rango es abierto e implica muchas cosas, sin embargo ¿nos estamos olvidando de la esencia misma de los animalitos?, ¿qué sucede cuándo humanizamos a nuestra mascota?

De sobrantes de comida casera a croquetas gourmet…

Las tiendas departamentales han destinado cada vez más espacio para los animalitos del hogar, incluso ya existen almacenes especiales en donde se venden muchos productos y servicios al mismo tiempo, hasta sistemas de geolocalización, sí no vaya a ser que se pierda. La variedad de alimentos es infinita, así como cada cháchara o garritas; atrás quedaron los tiempos en los que los perros usaban una camiseta vieja de algún integrante de la familia, los gatos comían de la lata de atún y la comida de las aves se compraba en el puesto de semillas del mercado. Ahora se llegó al otro extremo, dietas especiales con salmón de no sé dónde, camas y estantes con texturas especiales, dignas para cualquier gato real, jaulas de infinidad de tamaños, juguetes, gadgets y ¿servicio de spa?, sí señores, ellos también se estresan y necesitan masaje relajante, ahora sí que “es pa´ perros”.

¿Hasta dónde lo estás dejando ser lo que es?

Hace algunos ayeres, alguien llegó a encargarme a su perrita, una pequeña French Poodle y pensé que no sería nada fuera de la normalidad, error, la pequeña peluda llegó con 300 gramos de jamón (del caro), 10 frascos de papilla de bebé (humano) por si no quería comer croquetas, cama con sábanas especiales, transportadora y claro, tenía que dormir en mi cama, o sea que su camita era sólo para sus pequeñas siestas, por su puesto que en mi casa, la mascota durmió toda la semana en el patio, en su cama y comió sólo croquetas, rascó la tierra, hizo pipí y popotes en el pasto, jugó con las mariposas, paseó con su correa y jamás lloró, jamás se entristeció y se claro que se adaptó, obviamente cuando llegaron sus dueños, corrió a ellos con efusividad, pero sólo la dejé ser perro y no la dejé ser un intento de humano, como esta historia hay muchas.

Los jóvenes de mi generación, en edad casadera o con una pequeña familia (pareja) prefieren muchos adoptar una mascota y darle el rango de hijo que tener los propios, el fenómeno aumenta y se replica en varios países, sin embargo ¿es un engaño, evasión o sustituto?

Moisés Heiblum de la Facultad Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),  dice que “dormir con el perro, gastar más dinero en él que en ti, comprarle ropa, hacerlo parte de tus redes sociales creando perfiles propios, celebrar cumpleaños y llamarlo “bebé”, son síntomas de un trastorno psicológico”, pues  estás depositando afecto tal cual un hijo, provocando incluso un apego excesivo.

Las personas que tienden a humanizar a sus animales de compañía les causan un gran daño, pues les exigen comportamientos que no son propios de su especie. Tratar como humano a un perro o gato, desdeñando sus propias formas de comunicación, organización social y reglas de convivencia, limita su bienestar al generarles un alto grado de ansiedad”.

Involucrarlos en rituales, costumbres y tradiciones familiares, quizá no son la mejor recomendación, respetarlos, cuidarlos, procurar su salud con vacunas y revisiones, esterilizándolos cuando sea el momento, fomentar la adopción responsable y darles su lugar de mascota, sí es imprescindible.

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