A veces el ritmo de las responsabilidades, retos, actividades, trabajo, diversión, convivencia, de la vida en general, nos envuelve tanto que perdemos de vista la premisa que rige todo: hacerlo bien, en equilibrio, con excelencia pero también con armonía, sin acelere, con mucha planeación pero en tiempos efectivos.
Pareciera que se trata de un “esto sí” con “esto otro también”, “pero…”, ¡y ahí está la cosa!, porque leemos o escuchamos esta palabrita y de ley sabemos que habrá restricciones, consecuencias o solo alguna desventaja.
¿Entonces de qué se trata?
Se trata justo de hacer que las cosas sucedan con la certeza de una sola ley, darás tu mejor esfuerzo, tu mayor grado de conciencia para que todo suceda como las planeas, con la salvedad de mantener tu capacidad de improvisación alerta, porque sabes y porque eres competente para ello, por eso eres el mejor, para ello te preparaste por meses y años.
Alguien alguna vez me comentó, “debes dejar que todo fluya y soltar”, tener ese desapego a la prisa, al bomberazo y más bien agarrarle el ritmo y como un vals, hacer que cada elemento que tenga que estar en la ecuación, baile al mismo compás, que así se deleita el cuerpo, la mente y el espíritu.
Para ello será importante que te mantengas en forma, ejercítate continuamente, tu cuerpo es tu templo; que resuelvas tus problemas personales, deja que todo encuentre su cause; que te alimentes en los horarios sanos indicados, no te saltes las comidas; que tomes vacaciones, cuando las marque tu calendario, no postergues; y aprendas a prometer resultados, no tiempos solamente; ¡ah! descansa también de los celulares o cualquier dispositivo móvil en ocasiones, ni el mundo va a explotar, ni el cielo se caerá. Si de verdad fallas en cualquiera de los puntos anteriores, no te sientas diferente a los Godínez, estas en el mismo nivel de olvido rutinario, piénsalo.
Tómalo o déjalo, trabájalo u omítelo, pero no lo borres, guarda esto y cuando llegue el momento, revívelo.