El 2024 marca un hito alarmante en la crisis climática al convertirse en el año más cálido registrado en la historia. Se superó por primera vez el umbral de 1.5°C de incremento anual establecido en el Acuerdo de París.
El observatorio europeo Copernicus confirmó que las temperaturas globales excedieron significativamente los niveles preindustriales, una señal preocupante del acelerado calentamiento global.
Los científicos del Servicio de Cambio Climático (C3S) anticipan que estas temperaturas récord podrían mantenerse hasta principios de 2025, especialmente ante la incertidumbre sobre el regreso del fenómeno La Niña.
Las consecuencias de este calentamiento sin precedentes se manifestaron en diversos desastres naturales durante 2024, incluyendo tifones devastadores en Asia y sequías históricas en África austral y la Amazonia.
El impacto económico ha sido sustancial, con pérdidas estimadas en 310,000 millones de dólares debido a catástrofes naturales relacionadas con el cambio climático, según reportes de Swiss Re.
La situación es particularmente preocupante porque 16 de los últimos 17 meses han registrado una anomalía térmica superior a 1.5°C en comparación con el período 1850-1900.
Los expertos señalan que este nivel de calentamiento no es una fluctuación temporal, sino parte de una tendencia a largo plazo que podría volverse permanente entre 2030 y 2035.
El fenómeno El Niño contribuyó significativamente a las altas temperaturas, combinándose con el calentamiento climático de origen humano para crear condiciones sin precedentes.
Un estudio publicado en Science reveló que la Tierra reflejó menos energía solar al espacio durante 2024, debido a la reducción de nubes de baja altitud y la disminución de la capa de hielo.
En el Antártico, la situación es especialmente crítica, con niveles históricamente bajos de hielo marino desde 2023 y un nuevo récord de derretimiento en noviembre de 2024.
Las políticas actuales de los países no son suficientes para contener el calentamiento, según la ONU, que advierte sobre un posible aumento “catastrófico” de 3.1°C durante este siglo.
Los países tienen hasta febrero para presentar ante la ONU sus objetivos climáticos revisados para 2035, conocidos como “contribuciones determinadas a nivel nacional”.
La COP29 estableció un compromiso de ayuda de 300,000 millones de dólares anuales de los países ricos hacia las naciones en desarrollo hasta 2035.
Sin embargo, esta cantidad representa menos de la mitad de lo solicitado para financiar la transición energética y la adaptación a los daños climáticos en países vulnerables.
La comunidad científica observa con preocupación que el enfriamiento global está siendo más lento de lo esperado, lo que podría indicar cambios más profundos en el sistema climático.
El climatólogo Robert Vautard señala que, aunque las temperaturas actuales están dentro de los márgenes proyectados, la falta de enfriamiento significativo en 2025 podría requerir nuevos análisis.
Los efectos del calentamiento se manifestaron en múltiples fenómenos meteorológicos extremos durante 2024, afectando especialmente a regiones vulnerables.
Las consecuencias económicas del cambio climático están ejerciendo una presión significativa sobre los sistemas de seguros y la capacidad de recuperación de las comunidades afectadas.
La situación actual subraya la urgencia de implementar medidas más ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los cambios climáticos ya inevitables.
El año 2024 podría marcar un punto de inflexión en la historia climática, exigiendo una respuesta global más contundente para evitar consecuencias aún más severas en el futuro.