La Giardia intestinalis es un protozoario que se encuentra distribuido de manera cosmopolita y es de importancia tanto médica como veterinaria, toda vez que puede llegar a ser zoonótico y afectar a una amplia gama de animales.
Los animales susceptibles de la infección van desde gatos y perros, hasta animales silvestres y de producción como ovinos, caprinos y bovinos, en los cuales puede ocasionar bajas ganancias de peso y pérdidas en los parámetros productivos, explicó la estudiante de doctorado en Ciencias Naturales de la UAQ, Nerina Patricia Veyna Salazar.
“Todos estos hospederos pueden llegar a provocar enfermedad al humano, si el parásito que está infectando a este tiene el genotipo zoonótico. Giardia intestinalis posee ocho genotipos, en este caso tenemos de la A a la H, el A y el B van a ser los más importantes al ser zoonóticos”.
De todos los hospederos, la Mtra. Veyna Salazar dirigió su investigación a los gatos, porque este animal “se ha convertido en una mascota muy especial para las personas”.
Además, antes de este estudio, no existía ninguno al respecto en el país y justamente por ello se destaca: es el primero en México y pertenece a la FCN.
Esta investigación suma ya cuatro años de desarrollo y recientemente fue presentada en la Muestra del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER) 2022; asesorada por el Dr. Germinal Cantó Alarcón, bajo la denominación “Frecuencia de Giardia intestinalis en gatos de Querétaro y su riesgo en salud pública”; también fue publicada en una revista internacional indexada.
De acuerdo con los datos recabados, este protozoo flagelado (cuya transmisión es oro-fecal) se encontró en 25 de cada 100 gatos estudiados y este animal podría transferirlo a humanos; además, que el sujeto tendría manifestaciones clínicas como consecuencia del mismo.
“(La importancia de desarrollar esto es) que ya tenemos nuevo conocimiento, que no se tenía en México, en cuanto a los gatos como posible transmisor, aparte esto va a ayudar mucho tanto a los clínicos veterinarios como a los clínicos humanos, en la veterinaria para saber que sí es un parásito que está presente en gatos y con una frecuencia alta y en el caso de los clínicos humanos para ver que el gato realmente tiene los genotipos zoonóticos y puede provocar daño hacia el humano”, subrayó la estudiante de posgrado.
Este protozoario no es mortal, sin embargo, los signos que causa en las personas incluyen diarrea explosiva, esteatorréica y fétida, dolor abdominal, distensión, náuseas y, en algunos casos, vómito.
No obstante, “es difícil diagnosticarlo debido a que la eliminación de los quistes se da de manera intermitente, entonces, algunas personas hacen un examen coproparasitoscópico, no ven nada y piensan que es otra cosa la que está provocando la diarrea y no, simplemente ese día la persona o el animal no desechó quistes, entonces, para tener una buena sensibilidad analítica de la prueba se tiene que hacer un copro seriado de tres”.
En este escenario, indicó, lo principal sería la concientización hacia los dueños de gatos, evitar que salgan de casa. Si la educación no se logra, los tenientes de estas mascotas deben administrar desparasitaciones esporádicas, como forma de prevención.
“Para prevenir la infección hay que tener higiene con lo que consumimos y en el caso del gato, tener el cuidado necesario al recoger las heces, lavarnos las manos, cosas así de simples; la transmisión es oro-fecal, entonces sería en agua y alimentos contaminados con heces”, explicó la doctorante.
Finalmente, la también ganadora del segundo lugar del evento Jóvenes Investigadores 2022 compartió que su hipótesis coexiste con estudios que sostienen que es el humano el que está pasando la enfermedad al gato y no viceversa.
“Es importante que, si nosotros vamos a desparasitar a nuestras mascotas, independientemente si es gato o perro, también nos desparasitemos nosotros esto con el fin de bloquear al parásito, tanto una infección zoonótica como un antropozoonótica”, concluyó.