La pesca de pulpos en la Península de Yucatán, que aporta entre 20 mil y 30 mil toneladas al año, enfrenta un reto por el aumento de la temperatura del mar.
Esta especie, clave para la economía local, podría migrar a aguas más profundas, afectando a los pescadores ribereños.
Carlos Rosas Vázquez, académico de la Facultad de Ciencias de la UNAM, explicó que el Octopus maya se ha desarrollado en la región gracias a una corriente fría proveniente del Caribe.
Sin embargo, en el último año han registrado ondas de calor que elevan la temperatura del agua hasta 31 grados, un rango que los pulpos no toleran.
En Campeche, donde la corriente fría no llega, la pesca ya ha disminuido.
Consecuencias económicas y biológicas
Si los pulpos se desplazan a mayor profundidad, los pescadores ribereños perderán acceso a ellos, ya que sus embarcaciones solo pueden operar a 15 o 20 kilómetros de la costa.
En ese escenario, la captura quedaría en manos de flotas industriales, afectando la economía local.
Además, los investigadores han detectado que el calor extremo no solo aleja a los pulpos, sino que afecta su reproducción y supervivencia.
Los embriones expuestos a temperaturas altas presentan deformaciones en brazos, ojos e incluso en la glándula de tinta, lo que podría reducir drásticamente la población de esta especie en los próximos años.
Alternativas y monitoreo
Para entender mejor el impacto del calentamiento global, la UNAM colabora con el Instituto de Ingeniería en el monitoreo de temperaturas a través de boyas oceanográficas.
También trabajan en un proyecto de granjas de pulpos junto con cooperativas locales, incluyendo a mujeres y adultos mayores.
El investigador advierte que, aunque estas iniciativas ayudan a mitigar el problema, es fundamental reducir las emisiones de carbono y promover políticas que frenen el calentamiento global, pues sus efectos ya están alterando los ecosistemas y economías costeras.
Con información de la UNAM.