Después de un hombre-cohete en Los Angeles, una reina supuestamente en paracaídas en Londres o más de dos mil percusionistas en Pekín, París-2024 aportará un desfile en barco por el río Sena a la historia de las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos.
Antes de ese esperado acto del viernes 26 de julio, estos son algunos de los momentos memorables de las ceremonias que en el pasado dieron inicio a los Juegos Olímpicos:
1896: un coro gigantesco en Atenas
“Espíritu antiguo y eterno, creador augusto, baja aquí, aparece, brilla como un relámpago”: el himno olímpico del griego Spyros Samaras (según letra del poeta Kostis Palamas) suena por primera vez el 6 de abril de 1896 con motivo de los primeros Juegos modernos, en un estadio de Atenas restaurado en mármol blanco.
Su compositor dirige el conjunto de nueve orquestas filarmónicas, con más de 150 coristas. Aclamado, la pieza musical suena una segunda vez. Desde 1958 se convirtió en el himno oficial.
1936: propaganda nazi en Berlín
El 1 de agosto de 1936, Adolf Hitler entra en el estadio Olímpico de Berlín ante la aclamación de casi 100.000 espectadores.
La puesta en escena es sobrecogedora: banderas ondeando con la cruz gamada, un océano de brazos extendidos y gritos de “Heil Hitler”… El objetivo del Führer estaba claro: demostrar su idea de la superioridad de la “raza aria” y de la Alemania nazi.
1984, un hombre-cohete en Los Angeles
En 1984, los Juegos Olímpicos entran en la era del gigantismo. En plena guerra fría, con el boicot de los soviéticos y catorce países de su órbita, los estadounidenses dan una exhibición tecnológica.
En la ceremonia de apertura, el ‘Rocketman’ Bill Suitor, vestido con un traje blanco con bandas rojas, sobrevoló el Memorial Coliseum autopropulsado por un reactor dorsal (jetpack).
1992, 1996, 2000: últimos relevos emblemáticos en Barcelona, Atlanta y Sídney
El 25 de julio de 1992, el Estadio Olímpico Lluis Companys en Barcelona se puso a oscuras, en silencio: Antonio Rebollo, arquero paralímpico español, recibe el fuego olímpico del basquetbolista Juan Antonio San Epifanio ‘Epi’, apunta hacia el pebetero situado a 70 metros y durante unos segundos todo el mundo contiene el aliento, hasta que la flecha acierta y alumbra simbólicamente el inicio de esos Juegos.
En 1996, el legendario boxeador y activista por la igualdad Mohamed Ali, enfermo de Parkinson, enciende el pebetero de los Juegos de Atlanta, la ciudad de Martin Luther King.
Cuatro años más tarde, la australiana Cathy Freeman, símbolo de la identidad aborigen, enciendo el suelo frente a una cascada de agua en Sídney.
2008: la desmesura en Pekín
La escenografía supervisada por el cineasta Zhang Yimou para la apertura de los Juegos de Pekín-2008 permitió a China sacar músculo y ensalzar su peso internacional. En total, con el juego de luces y la sincronización humana, se movilizaron al menos 14.000 personas, con un presupuesto altísimo.
Se abrió la ceremonia con el sonido de instrumentos antiguos de percusión y luego la ceremonia, seguida por 91.000 espectadores en el estadio ‘Nido de Pájaro’ y por unos 80 jefes de Estado y de gobierno, se cerró con fuegos artificiales grandiosos.
2012: Isabel II y James Bond
En 2012, el estadio Olímpico de Londres acogía un paisaje bucólico del que surgían inmensas chimeneas de fábrica para simbolizar el paso a la Revolución Industrial.
En una ceremonia dedicada al legado británico al mundo, en un acto acompañado de humor por el director Danny Boyle, hubo un momento que se recuerda especialmente. Fue cuando en un vídeo el actor Daniel Craig, en su papel de agente 007 James Bond, acude al Palacio de Buckingham a buscar a la reina Isabel II, que aceptó actuar en este sorprendente cortometraje.
La conclusión del mismo incluía la llegada de la monarca al estadio en paracaídas, algo que evidentemente no se produjo así. Isabel II apareció después del vídeo saludando, junto a su esposo Felipe, camino de su lugar en el palco.
lc/ang/dr/mcd © Agence France-Presse