A pesar de su dulce sabor, cuando el mango no cumple con los controles de calidad mínimos para ser comercializado usualmente se considera un desecho.
Sin embargo actualmente se realizan estudios para transformarlo en celulosa bacteriana, un biomaterial de extraordinaria pureza con aplicaciones potenciales en la salud.
Mayra García Sánchez, estudiante del doctorado en ciencias en procesos biotecnológicos de la Universidad de Guadalajara (UdeG), trabaja en el desarrollo de un cultivo de bacterias que se alimentan con pulpa de mango. Una vez que los microorganismos consumen la fruta, producen una capa de celulosa que podría ser útil para el sector salud, pues el material es biocompatible, no tóxico y económico.
“El proyecto consiste en crear un medio de cultivo para una bacteria a partir del desperdicio de mango, con lo que se reduce alrededor de 65 por ciento el costo de producción de este biopolímero: la celulosa bacteriana”, detalla.
García Sánchez señala que la celulosa tiene distintos usos, pues al ser un material de alta pureza puede emplearse en el sector salud, además, tiene alta capacidad de retención de fluidos y podría usarse para tratamientos en la piel.
“Su alta permeabilidad permite que en heridas cutáneas ayude a la regeneración o cicatrización, o como recubrimiento en úlceras de pie diabético, por ejemplo”. Señala además que este biopolímero se puede mezclar con otros compuestos que no sean afines a líquidos para crear nuevos materiales que sí puedan absorber agua.
Este biopolímero ya se elabora a nivel laboratorio, asegura la científica, y ya se le aplicaron pruebas fisicomecánicas y químicas para conocer las propiedades del material.
Actualmente la materia prima para la celulosa es obtenida de sembradíos del municipio de Amatitán, localizado en las cercanías del pueblo de Tequila. La científica explica que para su proyecto utiliza mango de las variedades Tommy Atkins y el denominado criollo; sin embargo, prefiere trabajar con la primera variedad debido a la alta cantidad de azúcar que contiene.
“Ahora vamos a empezar un proceso de pruebas de biocompatibilidad para la membrana de celulosa bacteriana. Queremos saber las condiciones in vivo en las que actúa, tenemos pruebas de que la membrana mezclada con otras matrices poliméricas aumenta la actividad celular en pruebas in vitro”.
El siguiente paso será desarrollar protocolos para que este biopolímero pueda aplicarse en humanos. Mayra García relata que hay materiales similares que ya se encuentran en el mercado, pero ninguno que esté hecho a base de un fruta como el mango y que esté disponible a bajo costo.
* Con información de Pablo Miranda para Agencia Informtiva Conacyt con licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.