Élisabeth Vigée-LeBrun, la pintora de María Antonieta

La pintora Élisabeth Vigée-LeBrun retrató a la reina en varias ocasiones y en sus momentos más duros, te hablamos de una pintora que transgredió la época.

En el mundo del arte, la prevalencia de presencia masculina llena las salas de arte y las páginas de sus escritos, pero cuando hablamos de mujeres artistas muchas tuvieron que hacerse valer su lugar o en otras, la historia deja de lado la presencia de las mujeres, por lo que recientemente se han ido recuperando y resignificando a las mujeres que fueron dejadas de lado a lo largo de la historia del arte.

Entre las artistas que existieron en el siglo XVIII, la pintora y retratista Élisabeth Vigée-LeBrun destacó no sólo por su pintura, sino porque se convirtió en la retratista oficial de la reina María Antonieta hasta su destitución.

Una joven llamada Élisabeth Vigée-LeBrun

Élisabeth Vigée-LeBrun fue una pintora francesa y una de las retratistas más demandadas de la época. Nació en París en 1755 en el seno de una familia humilde. Desde temprana edad aprendió lecciones gracias a su padre, un retratista de colores pastel.

Para la adolescencia, comenzó a pintar retratos de manera profesional, primero comenzó pintando a su propia familia y después a demás personas.

Para 1774, conoció a Jean-Baptiste Pierre Lebrun, un pintor y comerciante de arte con quien se casó en 1776, aunque en su vida no fue feliz con él, pues era mujeriego y adicto a los juegos de azar.

Para el año 1776 Élisabeth Vigée-LeBrun ya comenzaba a tener renombre y pintó un retrato para el hermano del rey y eso la introdujo en círculos cortesanos.

La retratista oficial de María Antonieta

Élisabeth Vigée-Le Brun tenía solo 23 años cuando fue llamada a Versalles a pintar un retrato de María Antonieta, como primer encargo de su madre María Teresa de Austria. Fue tal el éxito que tuvo con este retrato que pronto se convirtió en la artista oficial de la corte, donde obtuvo ganancias considerables.

Prontamente la artista y la reina harían gran amistad, pues las dos aparte de compartir edad compartían gustos similares, donde ambas preferían un estilo sencillo de los vestidos de muselina.

Uno de los retratos que causó mayor revuelo es un retrato que le hizo a la reina en 1783 donde lleva un ligero vestido blanco con un sombrero que chocaba con la vestimenta rígida y cargada. El retrato se volvió controversial y fue duramente criticado por la corte francesa.

Retrató a la reina en más de 30 ocasiones, en donde pintó cuadros legendarios donde retratan una reina distinta. En uno de esos cuadros pintó a una madre con sus hijos y una cuna desolada, señal de la reciente pérdida de su cuarto hijo.

Cuando la Revolución llegó, los revolucionarios obligaron a su marido a divorciarse de ella. Pronto sería una persona despreciada por la nueva república y en los años posteriores se le permite regresar a París con el reinado de Napoleón I.

En 1842 muere dejando atrás 660 retratos y 200 paisajes.

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