António Guterres destacó en especial la valentía de estas “trabajadoras humanitarias que están en primera línea, ya sea para apoyar a los civiles atrapados en una crisis o para hacer frente a los brotes de enfermedades. Su presencia amplía el alcance de las operaciones de ayuda y las hace así más eficaces. Asimismo, mejora la respuesta humanitaria a la violencia de género, que se agrava en situaciones de emergencia”.
El Secretario General de la ONU apeló a todos los líderes mundiales y a las partes en conflicto a proteger a estas mujeres de cualquier afrenta, tal y como lo demanda el derecho internacional.
De igual modo recordó que tristemente las “violaciones graves del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos persisten en todo el mundo” por lo que señaló que hace falta investigarlas y enjuiciarlas.
El Día se conmemora desde el año 2003
El 19 de agosto de 2003, la sede de las Naciones Unidas en Bagdad sufrió un atentado terrorista en el que murieron 22 personas. Entre los que perdieron la vida se encontraba Sergio Vieira de Mello, el máximo representante de la ONU en Iraq.
Cinco años después, la Asamblea General aprobó una resolución en la que designaba el 19 de agosto como Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. Desde entonces la comunidad humanitaria ha organizado anualmente campañas mundiales para conmemorar el Día Mundial de la Salud Humana, abogando por la seguridad de los trabajadores humanitarios y por la supervivencia, el bienestar y la dignidad de las personas afectadas por las crisis.
Ocho datos que desconocías sobre las trabajadoras humanitarias
– Las mujeres constituyen aproximadamente el 43% de los más de medio millón de trabajadores humanitarios que trabajan en programas de ayuda humanitaria en todo el mundo, y en algunas organizaciones y programas constituyen la mayoría.
– Aunque los datos muestran que los trabajadores humanitarios masculinos sufren con mayor frecuencia ataques violentos, las mujeres se enfrentan a retos y riesgos particulares en virtud de su género.
– En algunos de los lugares más peligrosos para trabajar, el riesgo para las mujeres se ve acentuado por actitudes culturales que desaprueban que las mujeres trabajen fuera del hogar.
– Al mismo tiempo, y especialmente en condiciones de desigualdad y restricciones de género, las trabajadoras humanitarias son fundamentales para la eficacia de muchos tipos de programas de ayuda, como los proyectos de salud para mujeres y niños.
– Han muerto más del doble de mujeres que hombres en ataques mientras trabajaban en equipos de vacunación contra la poliomielitis y otros programas de inmunización.
– Las mujeres experimentaron tasas ligeramente más altas de ataques en ciertos tipos de violencia, como la agresión corporal y el secuestro, y tasas desproporcionadamente más altas de violencia sexual.
– El ocho por ciento de las mujeres víctimas de ataques a trabajadores humanitarios fueron violadas o agredidas sexualmente de manera violenta, en comparación con el cero por ciento de los hombres. Sin embargo, se supone que ambas cifras son artificialmente bajas debido a la falta de denuncias de este tipo de violencia estigmatizada.
– Además de los riesgos exteriores de violencia a los que se enfrentan todos los trabajadores humanitarios que trabajan en entornos violentos, las mujeres también deben hacer frente a los riesgos de violencia y acoso sexual dentro de sus propias organizaciones y equipos sobre el terreno.
Violencia contra los trabajadores humanitarios
El año pasado (2018) hubo un total de 405 víctimas, en 226 incidentes distintos que se saldaron con 131 muertos, 144 heridos y 130 secuestrados.
En lo que va de 2019, unos 156 trabajadores humanitarios han sido atacados en el lugar de trabajo, con 57 muertos, 59 heridos y 40 secuestrados.
Sudán del Sur continúa en cabeza como país con el mayor número de ataques, con 111 víctimas (en 2018), 16 de las cuales fallecieron.
Alrededor del 93% de todos los ataques contra trabajadores humanitarios en 2018 se produjeron contra personal nacional. Las tasas de mortalidad de los empleados nacionales son más altas que las de los internacionales, y la brecha se ha ampliado considerablemente en los últimos años.
Desde el ataque al Hotel Canal de Bagdad en 2003, más de 4.500 trabajadores humanitarios han sido asesinados, heridos, detenidos, agredidos o secuestrados mientras desempeñaban sus tareas. Esta cifra equivale a cinco ataques por semana o casi un ataque por día.
En 2018, la Organización Mundial de la Salud informó de otros 777 ataques contra el personal sanitario e instalaciones, con un saldo de 156 muertos y 894 heridos.
Una encuesta de la Oficina de Coordinación Humanitaria de las Naciones Unidas, que recibió más de 1.000 respuestas de mujeres humanitarias que trabajaban en 115 países, indicó que las razones más comunes para trabajar en el sector humanitario fueron el deseo de contribuir a la humanidad (el 65% de las respuestas), la ilusión de ayudar a la gente (el 49%), seguidas por un compromiso con la justicia social (45%). El 78% de los encuestados tenía previsto seguir trabajando en el sector humanitario y alrededor del 87% de los encuestados tenían entre 25 y 49 años.