De acuerdo con el estudio “Mortalidad atribuible al consumo de bebidas azucaradas en México: una actualización”, publicado en diciembre de 2019 por el “International Journal of Obesity”, al menos 40,842 personas mayores de 20 años murieron en el año 2015 por el consumo de refrescos.
En la última década, el consumo de bebidas azucaradas se ha colocado con un factor de riesgo independiente para el aumento de pesos y las enfermedades cardiometabólicas, destacan los autores del estudio.
Las muertes atribuibles al consumo de bebidas azucaradas significan el 6.9% del total de muertes ocurridas en México durante el año 2015.
Por edades y sexo, la proporción de fallecimientos por los refrescos varía.
Los más afectados son los hombres con 25,522 fallecimientos, mientras que entre las mujeres hubo 15,320 muertes atribuibles a el consumo en exceso de bebidas azucaradas.
El consumo de estos productos estuvo asociado a 13,517 muertes por Enfermedades Cardiovasculares y 23,433 muertes por Diabetes Mellitus, de acuerdo con el estudio elaborado por Ariela Braverman-Bronstein, Dalia Camacho-García-Formentí, Rodrigo Zepeda-Tello, Frederick Cudhea, Gitanjali M. Singh, Dariush Mozaffarian y Tonatiuh Barrientos-Gutierrez.
México, campeón mundial en… consumo de refrescos
El consumo promedio de refresco entre los adultos mexicanos fue de 1.5 porciones de 8 onzas al día, lo cual equivale a 1.5 latas de refresco.
Solo el 16% de la población reportó cero consumo de estas bebidas-
El consumo promedio entre hombres fue de 1.7 latas al día frente a 1.3 latas de refresco al día entre mujeres.
Los adultos entre 20 y 44 años tuvieron el promedio más alto de consumo diario, con 1.9 latadas, el doble que los adultos de más de 65 años.
Por región del país, el centro promedio 1.6 porciones al día, seguido del sur con 1.5 y el norte 1.4 porciones.
De acuerdo con datos atribuidos a la Universidad de Yale, los mexicanos consumen en promedio 163 litros por persona al año, un 40% más que en los EEUU donde el consumo anual es dude 118 litros.
¿Veneno embotellado?
La obesidad, sobrepeso, hipertensión, diabetes y enfermedades ocasionadas por una mala alimentación son uno de los principales factores de riesgo entre quienes contraen Covid-19.
A corte del 21 de julio de 2020, la Secretaría de Salud había registrado registrado 40,400 muertes por Covid-19. El 43% también padecían hipertensión; el 37%, diabetes y el 24%, obesidad.
La alta mortalidad por Covid-19 en México se debe en parte a la epidemia previa de las enfermedades crónicas, ha destacado el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, quien calificó a las bebidas azucaradas como “veneno embotellado”.
“México ha sido a veces el primer el lugar o el segundo lugar en consumo de refrescos, también el primero y segundo lugares en la epidemia de obesidad, sobrepeso y diabetes, y hoy México es el país que sufre la mayor mortalidad en adultos jóvenes por COVID, porque COVID afecta a personas con este tipo de enfermedades”, dijo en rueda de prensa el 16 de julio.
“Es muy evidente, desde los años 80 se empezó a construir conforme crecía la epidemia de obesidad, sobrepeso, diabetes, hipertensión, múltiples cánceres que están asociados con la obesidad y se encontró que uno de los motores principales son productos industrializados, que tienen un altísimo contenido de azúcares, diversos, hoy es mayormente fructuosa, proveniente del jarabe de maíz, pero que aportan al organismo una cantidad exorbitante de calorías y hacen que las personas suban de peso muy rápidamente”, aseguró en la rueda de prensa sobre Covid del 21 de julio.
Sobre los dichos del subsecretario, la industria de bebidas embotelladas ha reaccionado. Acusaron al funcionario federal de estigmatizar a una rama económica legal y estratégica.
La Asociación que representa a la industria de bebidas azucaradas ha insistido en que la obesidad es multifactorial, no solo atribuible al consumo de refrescos.
La obesidad, en particular, tiene un doble efecto negativo hacia el sistema respiratorio. Por un lado, el exceso de grasa ocupa espacio, presiona el tórax y disminuye la capacidad pulmonar. Por otro lado, crea un estado “proinflamatorio”.