En un hecho histórico, la Comisión de Derechos Humanos del Estado brasileño pidió oficialmente “perdón” a los pueblos indígenas por la “persecución” que sufrieron durante siglos.
El pedido de perdón se dirige específicamente a los pueblos krenak y guarani-kaiowá por la “persecución perpetuada por el Estado brasileño” entre 1946 y 1988.
Ese periodo incluye la dictadura militar (1964-1985) durante la cual se obligó a los pueblos originarios a abandonar sus tierras ancestrales.
La presidenta de la Comisión de Amnistía del Ministerio de Derechos Humanos, Eneá de Stutz y Almeida, se arrodilló ante Janina Krenak, líder de la etnia Krenak.
En ese momento, la funcionaria expresó el profundo pesar del Estado brasileño por el sufrimiento infligido a su pueblo.
Si bien el reconocimiento histórico no contempla reparaciones económicas para los pueblos indígenas afectados, los reconoce oficialmente como “amnistiados políticos colectivos”.
El pedido de perdón incluye un conjunto de recomendaciones dirigidas a otras entidades públicas, especialmente en relación a la demarcación de tierras indígenas.
Ese es un tema que se vio estancado durante la presidencia de Jair Bolsonaro (2019-2022) y que ha sido retomado bajo la gestión de Luiz Inácio Lula da Silva, iniciada en 2023.
Un paso hacia la justicia
“No vamos a reparar 500 años de persecución (…) pero al menos traer algún tipo de confort, reconocimiento y homenaje”, mencionó Almeida.
El reconocimiento histórico por parte del Estado brasileño representa un cambio de paradigma en la relación con los pueblos indígenas. Activistas consideran que el acto marca un paso importante hacia la justicia y el reconocimiento de sus derechos.
En una señal de este cambio, el escritor Ailton Krenak, un reconocido activista de la lucha indígena, será formalmente nombrado este viernes como el primer indígena miembro de la Academia Brasileña de Letras, fundada en 1897.
En Brasil viven 1,7 millones de indígenas, lo que equivale al 0,83% de los 203 millones de habitantes del país, según el censo. Las reservas indígenas ocupan el 13,75% del territorio brasileño.