España recibió en julio y agosto 21,8 millones de visitantes del extranjero, la cifra más alta de su historia, según datos oficiales conocidos este miércoles, en un momento en que afloran muestras de descontento con la masificación turística.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), España, segundo destino turístico mundial detrás de Francia, recibió 10,9 millones de visitantes en julio y la misma cantidad en agosto, lo que supone un 7,3% más que en el mismo periodo de 2023, año del precedente récord.
La mayoría de los turistas procedían del Reino Unido (4,17 millones), Francia (3,75 millones), Alemania (2,49 millones) e Italia (1,35 millones). El número de turistas estadounidenses aumentó considerablemente (+13%), con 858.000 llegadas registradas.
En los ocho primeros meses del año, España recibió un total de 64,8 millones de turistas, también un récord, según el INE.
Su principal destino fue Cataluña (13,5 millones), por delante del archipiélago mediterráneo de las Baleares (11,2 millones) y las islas atlánticas de las Canarias (9,9 millones).
Esta dinámica vino acompañada de un fuerte aumento del gasto turístico, que alcanzó los 86.700 millones de euros en ocho meses (casi 96.000 millones de dólares), un 17,6% más que en 2023, con una media de 187 euros diarios por turista.
Este gasto es “un gran gol en favor del bienestar, de la cohesión social, del desarrollo económico de España”, se congratuló este miércoles el ministro de Turismo, Jordi Hereu, usando un simil futbolístico, y comprometiéndose a “la transformación de nuestro modelo turístico”, en un guiño a quienes ven con disgusto el gran número de turistas.
– “Impactos sociales, ambientales…” –
En los últimos tiempos se han multiplicado los movimientos hostiles a la masificación turística, particularmente en Barcelona, Málaga, las islas Baleares y el archipiélago canario.
“Escuchamos una vez más discursos triunfalistas cargados de ‘greenwashing’ [ndlr.: de apariencia ecologista] y de términos vacíos de significado cuando acompañan a ‘turismo’: sostenible, responsable, inclusivo, circular, regenerativo, etc.”, lamentó la semana pasada la organización antiturística Cambiemos el Rumbo, nacida en Ibiza, en las islas Baleares.
Estos discursos, añadió Cambiemos el Rumbo, “niegan, minimizan o ignoran activamente la denuncia de los impactos sociales, ambientales y climáticos de la actividad turística”.
Esta organización anunció la creación de la plataforma Ciudades y Pueblos para Vivir, de alcance nacional y que busca superar la fragmentación del movimiento contra la masificación de visitantes.
Estos movimientos denuncian la congestión de las infraestructuras, la contaminación, el ruido, pero, sobre todo, el aumento de los precios de los alquileres, como consecuencia de que los propietarios optan por alquilar sus viviendas a turistas, algo mucho más rentable.
Ante este aumento del descontento, varias ciudades y regiones han tomado medidas para frenar el problema, como Barcelona, que anunció el 21 de junio que quería poner fin al alquiler de pisos turísticos de aquí a 2029 para facilitar el acceso a la vivienda a los residentes locales.
Esta medida está siendo alentada por el gobierno de izquierdas de Pedro Sánchez, que trabaja en la creación de un registro de viviendas turísticas y de temporada para luchar contra el alquiler ilegal de determinados pisos, que podría estar listo en la primavera de 2025.
Según la organización patronal Exceltur, España recibirá a lo largo de 2024 a unos 90 millones de turistas extranjeros, mucho más que los 85,1 millones del año pasado que ya constituyeron un récord.
Se espera que los ingresos generados por el turismo superen los 200.000 millones de euros en 2024, incluido el gasto de los turistas nacionales. Esto elevaría la aportación del turismo a la economía española al 13,2%, según Exceltur.
vab-al/mdm/es © Agence France-Presse