Mérida enfrenta expansión urbana acelerada y desigual, advierte investigador de la UNAM
La ciudad de Mérida, Yucatán, atraviesa un proceso de metropolización y crecimiento disperso, donde la expansión hacia las periferias incorpora nuevos municipios, desarrollos residenciales e industriales, pero también profundiza la fragmentación urbana y social, señaló el investigador emérito de la UNAM, Adrián Guillermo Aguilar Martínez.
El especialista, coordinador de la Unidad Académica de Estudios Territoriales Yucatán del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, explicó que entre 2000 y 2020 la superficie construida en la zona metropolitana se duplicó, al pasar de 21,103 a 42,186 hectáreas, y se registraron más de 300 desarrollos inmobiliarios, principalmente al norte de la ciudad.
El crecimiento, indicó, es disperso y discontinuo, con una tasa promedio de expansión urbana de 2.3% anual, superior al aumento poblacional, que es del 2%. En ese periodo, la población pasó de 800 mil a 1.3 millones de habitantes, lo que refleja un aumento territorial mayor al demográfico.
Aguilar Martínez destacó que el patrón de ocupación del suelo genera “manchones” de urbanización, sin un aprovechamiento racional del territorio, lo que representa un reto para la planeación urbana.
Atractivo y desigualdad
El investigador señaló que Mérida atrae población por su seguridad, infraestructura y cercanía con destinos turísticos como Puerto Progreso, cenotes y zonas arqueológicas, además de su conexión con el Tren Maya. Sin embargo, esta expansión ha reforzado una división socioespacial, con clases media y alta concentradas en el norte, mientras que al sur predominan viviendas de menor calidad y asentamientos irregulares.
Los corredores urbanos más dinámicos se extienden hacia Puerto Progreso, Conkal, Motul y Sisal, donde proliferan conjuntos residenciales cerrados con amenidades, contrastando con las zonas tradicionales. A su vez, al poniente y sur se levantan desarrollos de interés social destinados a población de bajos ingresos.

Impacto ambiental y desafíos
La expansión, añadió, ha implicado la pérdida de vegetación nativa, contaminación del agua por falta de drenaje y proliferación de pozos clandestinos. Además, la dispersión urbana aumenta la dependencia del automóvil y la contaminación atmosférica.
Aguilar Martínez subrayó la necesidad de implementar programas de ordenamiento territorial, promover una expansión compacta y fortalecer la capacitación laboral y técnica para reducir desigualdades.
“Con los crecimientos dispersos, la gente vive más lejos, los desplazamientos son más largos y se incrementa el uso de automotores y la contaminación”, advirtió el investigador.
Concluyó que Mérida, pese a ser una urbe emergente en la península de Yucatán, enfrenta el reto de crecer de manera sostenible, equilibrando desarrollo económico, inclusión social y cuidado ambiental.
Con información de la UNAM.





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