En Chicago, con Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones, las verdaderas estrellas son Roxie Hart y Velma Kelly (respectivamente).
Dicho lo anterior, no nada más las actrices brillan, también lo hace toda la producciónen este filme de 2002.
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And all that jazz.
Chicago es un musical de época, situada a mediados de los años ‘20s, cuando el Charleston y el vaudeville eran el pan de cada día.
Vayamos a los antecedentes.
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Del teatro al cine.
Originalmente, Chicago es una obra de teatro escrita por Maurine Dallas Watkins y fue dada a conocer en 1926. Está basada parcialmente en hechos reales, en dos casos aislados de mujeres cuyos juicios tuvieron la atención pública. Una de ellas, persuadió a su marido para que se echara la culpa; cuando fueron absueltos, lo abandonó al día siguiente.
En 1927, Chicago tuvo su primera adaptación cinematográfica, dirigida por Frank Urson, con Phyllis Haver como Roxie Hart y Julia Faye como Velma Kelly. La producción corrió a cargo del mítico Cecil B. Demille. Esta versión pertenece todavía al cine mudo.
Chicago llegó a las salas de cine nuevamente en 1942, pero bajo el nombre de Roxie Hart, con Ginger Rogers como Roxie y fue dirigida por William A. Wellman.
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Una nueva versión.
En 1975, Chicago se adaptó como musical de Broadway, con letras de Fred Ebb, música de John Kander (y la participación de Danny Elfman en el filme) y libreto de Ebb con Bob Fosse, quien también montó las coreografías. Esta modalidad estuvo en escena hasta 1977 y fue revivida en 1996, tomando una enorme fuerza y desde entonces no ha cesado de ser presentada.
Actualmente, Chicago tiene el récord de ser el musical más longevo en escena.
Esta versión es la base para la versión fílmica de 2002, misma que resultó ser nominada para 12 premios Oscar, de los cuales obtuvo la mitad, entre ellos, el de Mejor Película.
Otras categorías ganadoras (y que se apreican a la perfección), fueron en Mejor Sonido, Edición, Diseño de Vestuario, Dirección de Arte y Actriz de Reparto para Catherine Zeta-Jones, quien también obtuvo el BAFTA (el equivalente británico).
Renée Zellweger y Richard Gere ganaron el Golden Globe por esta producción.
Otros merecidos premios fueron el Critic’s Choice en sus tres nominaciones: Película, Actriz de Reparto (Zeta-Jones) y Elenco, así como el premio Gammy para el Mejor Álbum de una Banda Sonora.
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“Yo no lo hice”.
Velma Kelly es una exitosa cantante y bailarina de cabaret, quien es arrestada por asesinar a su esposo y a su hermana, Veronica, después de que los encuentra juntos en la cama. Velma y Veronica tenían un famoso cato musical y eran conocidas como las Hermanas Kelly.
Por su parte, Roxie, aspirante a cantante y bailarina, admiradora de Velma, asesina a su amante, un vendedor de muebles que se hace pasar por un agente musical, solo para acostarse con ella en repetidas ocasiones.
Roxie pide a su ingenuo esposo, Amos (John C. Reilly), que asuma la culpa alegando que se trataba de un ladrón. Cuando, durante el interrogatorio Amos se percata de que ha sido engañado por su esposa, dice la verdad, por lo cual, Roxie es enviada a la misma prisión que Velma.
Roxie trata de ganar el favor de Velma, pero solo logra ser humillada por la estrella. Al poco tiempo, los papeles se revierten y es Velma quien debe congratularse con Roxie, quien roba la atención de los medios y es ayudada por el abogado mercenario, Billy Flynn (Richard Gere).
Por su parte, el abnegado marido de Roxie, Amos, hará todo lo posible por lograr la libertad de su esposa.
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Teatro en cine.
Dicho esto, me permito a proseguir con el texto, el cual es largo, más lo creo conveniente para desmenuzar algunos importantes elementos de esta producción.
Chicago es una de las mejores adaptaciones fílmicas de un musical, pues mientras que se apega al medio de origen, aprovecha las ventajas de ser una película. Existen momentos surreales en los que los involucrados escapan de la realidad o fantasean con los hechos; entonces, aparecen las coreografías, el canto y glamour.
Varios elementos resaltan, además de los que fueron reconocidos en los premios y si les ponemos atención al momento de ver el filme, nos darán una experiencia más amplia, mayor disfrute.
Estos elementos –algunos de ellos, al menos- son: la música, la fotografía, el diseño de arte, la dirección escénica y de cámaras y la actuación, obviamente.
Las versiones de las canciones y sus arreglos son de los mejores que se pueden escuchar en cualquiera de las varias puestas. Además de un impecable trabajo musical, el elenco hace un trabajo resaltable en la interpretación vocal y de baile.
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Interpretación y simbología.
Encomiable son las participaciones de Zeta-Jones y de Wellweger, con un impresionante trabajo vocal e interpretativo que nos hace pesar que bien pudieron haber tenido una destacada carrera en el canto. Ambas actrices proyectan a sus personajes con una identidad única. Para ello se valen en gran parte del canto y los estilos de baile. El dominio en ambos ramos no se puede pasar por alto.
La fotografía de Dione Beebe es un personaje en sí mismo, con distintos cambios de colores que cambian según el momento, de acuerdo a la narrativa. Para lo teatral, se recurre a los colores primarios, al claroscuro y al reflector direccionado.
En los momentos “reales”, se apega a las sensaciones de la época, generando la atmósfera precisa que casi nos hace sentir en el lugar como otro de los muchos testigos que siguen la vida de las dos criminales de cerca y con el morbo que nos mantiene atentos a cada detalle.
El color tiene una simbología clara; sobre todo durante las canciones. Se usa mucho el contraste entre el azul y el rojo. El azul es para crear una atmósfera fría, nocturna; mientras que el rojo se posa en los momentos de excitación de los personajes y, sobre todo, para señalarnos a aquellos que son culpables, los que tienen “sangre en las manos”.
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Lenguaje visual.
El diseño de arte de Chicago nos retrata la ciudad, su gente, su arquitectura y sus autos, desde las iluminadas calles hasta los confines de una prisión; o bien, nos traslada a una sala de teatro en Broadway.
La dirección de Rob Marshall (Memorias de una geisha) exprime lo mejor de cada aspecto, siendo de particular atención la actuación.
Marshall saca ventaja del medio del cine para lucir los escenarios y los distintos momentos a través de la cámara, cosa que es imposible en teatro, pues el espectador se encuentra fijo, su “cámara” no se mueve, sino todo lo que se encuentra en el escenario.
Desde el comienzo de la cinta, la cámara tiene un papel importante acompañando a Velma, quien llega apresurada a su lugar de trabajo para recaudar unas cuantas cosas y tratar escapar del inevitable destino.
En contraste, tal como hace la fotografía, la cámara cambia su lenguaje según su conveniencia y se posa en una butaca en los momentos en que nos quieren recordar que presenciamos algo surgido del teatro.
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La interpretación.
Finalmente, pero no al último, el elenco y las actuaciones. En el caso de Zellweger y Zeta-Jones, es un lucimiento total con y sin música, con máxima expresión –y esfuerzo- en sus bailes y en los movimientos corporales. Ambas actrices exhiben un porte laudable para la ocasión, con una entrega que hacen de estos personajes las versiones definitivas para muchos.
Aunado a las dos actrices principales, el resto del elenco tiene un desempeño destacable, tanto en actuación como en ejecución vocal:
Richard Gere (abogado Billy Flynn), Queen Latifah (matrona “Mama” Morton), John C. Reilly (Amos Hart), Christine Baranski (reportera Mary Sunshine, con una voz prodigiosa, cabe resaltar), Lucy Liu (Kitty Baxter, un inconveniente adicional para Velma y para Roxie) y Taye Diggs (el maestro de ceremonias omnipresente que introduce cada uno de los actos), entre otros.
Reilly hace una interpretación memorable de “Mister Cellophane”.
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Entre la sátira y la realidad.
Chicago es una obra satírica, con una vigente crítica a los medios de comunicación los y sistemas de justicia, obviando la distinta medición que recibe un caso cuando se trata de una celebridad, o cuando así lo cree conveniente. Tal vez es por eso que se dice que la justicia no es ciega, sino selectivamente miope.
Las canciones y la temática de Chicago ostentan un humor negro y sarcasmo en combinación con música pegajosa y perfectamente bien construida.
Chicago es uno de los grandes musicales y una gran película. En 2022 se cumplen 20 años de su estreno, el 27 de diciembre de 2002. Si crees que los musicales no son lo tuyo, esta cinta podría cambiar tu opinión.
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