Una leyenda de los tiempos actuales, es la historia de Eliot Ness y los Intocables, entre la ficción y la realidad. Primero te propongo un interesante contexto histórico.
Años difíciles se vivieron a partir de las dos primeras décadas en Estados Unidos. Primero, con la declaración del Acto Voldstead, conocida como “La Ley Seca”, que entró en vigor el 17 de enero de 1920 y después, con La Gran Depresión de 1929, creada por el desplome de la bolsa que dejó en la calle a miles de personas.
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Los grupos delincuenciales ganaron terreno y se establecieron como imperios por todo el territorio. Gente como Tom Dennison, Joe Masseria, Salvatore Maranzano y Alphonse Capone no solo eran millonarios, sino admirados por la gente.
El establecimiento de los respectivos territorios se hacía por medio de la fuerza y la violencia extrema, con matanzas sanguinarias, tales como la famosa Masacre de San Valentín, en la que fueron asesinados siete miembros de la mafia irlandesa en Chicago, Illinois, el 14 de febrero de 1929 y la cual se dice, fue ordenada por Capone, más nunca se comprobó. Capone era inalcanzable y se decía, una autoridad en Chicago.
Un joven agente federal, Eliot Ness, fue asignado al caso Capone (apodado “Scarface” (“Cara cortada”)), con la esperanza de detener al traficante. Era una tarea imposible, ya que el gánster tenía a las autoridades en el bolsillo. Ness se da cuenta del alcance que tiene su poder y su corrupción, por lo que se ve obligado a crear un pequeño grupo de gente de su total confianza.
Ness y su equipo son abordados por la gente de Capone y les proponen sobornarlos, a lo cual se niegan. La prensa se entera y es entonces que surge el nombre de “Los Intocables”.
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La resolución del caso es muy famosa. No había manera de pescar a Capone por los medios convencionales y se emplea la estrategia de encarcelarlo por medio de la evasión de impuestos de sus negocios “legítimos”.
Poco después, el 5 de diciembre de 1933, se derogó la prohibición en Estados Unidos.
Capone es sentenciado y llevado a la prisión de Alcatraz (el lugar es otra –mala- leyenda en sí) en mayo de 1932. Ahí, enferma de sífilis, lo cual le provoca demencia y, con el tiempo, la muerte. El delincuente logra la libertad condicional en noviembre de 1939 y pasa tiempo en hospitales, hasta que es enviado a su mansión en Florida, donde pasa sus últimos años y muere a los 48 años, el 25 de enero de 1947.
Esta historia, a grandes rasgos, derivó en libros, una radionovela, una popular serie de televisión en 1959 con el actor Robert Stack y la obra maestra cinematográfica de Brian de Palma en 1987. La serie de tv, en blanco y negro, fue famosa por sus narraciones en off. La producción concluyó en 1963.
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Se cree que el grupo de agentes incorruptibles de Ness, sus Intocables, fue de 10 personas, según el Buró de Prohibición y se dice que hasta 10 más pudieron haber participado.
En 1957, Eliot Ness publicó sus memorias, coescritas con Oscar Fraley, mismas que fueron la inspiración, tanto para la serie, como para el filme de Brian De Palma.
Fue el 2 de junio de 1987 que “The Untouchables” tuvo su premier en la ciudad de New York y su estreno oficial, al día siguiente.
La producción cuenta con distinguido personal. El vestuario fue creación del diseñador Giorgio Armani y la música, compuesta por Ennio Morricone, con melodías de música de cabaret, caracterizadas por la trompeta con sordina, o un heroico tema principal, el de The Untouchables, con sus poderosos y motivadores metales.
El estupendo guion corre a cargo del escritor y director, David Mamet.
Otro deleite del filme, es su elenco. Como Eliot Ness, vemos a un -entonces- casi desconocido Kevin Costner, arropado por la experiencia de Sean Connery, como Jim Malone y de Robert de Niro como Al Capone; todos brindando interpretaciones memorables. Andy García, actor cubano que apenas se daba a conocer, interpreta al novato George Stone/ Giuseppe Petri. El elenco se redondea con Charles Martin Smith como el contador Oscar Wallace.
Los Intocables dio a conocer algunas de las escenas muy recordadas en Hollywood, como la secuencia de inicio y la niña del maletín, estableciendo desde los primeros minutos que no habrá límite para la violencia.
Otra escena memorable es la de De Niro hablando con sus lugartenientes acerca de su gusto por el béisbol y la manera en que demuestra sus argumentos.
Relevante es la secuencia del operativo en la frontera canadiense y el peculiar interrogatorio de Malone en la cabaña. Este set, por cierto, está construido en un paraje natural. Tiene paredes desmontables, lo que permite hacer interesantes movimientos de cámara.
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Así también, la secuencia a una cámara en el departamento de Malone en la cual, esta se convierte en otro actor. O, ¿qué decir de la agónica escena en las escaleras de la estación del tren?
Podríamos citar más escenas y elementos, como la fotografía (que, en puntos clave, da prioridad a los colores rojo y azul, propios de las sirenas policiacas) y el diseño de producción, los escenarios y locaciones, los vestuarios o la notoria caracterización de De Niro en Capone, combinación de maquillaje con el trabajo del actor.
Un detallo curioso, es que Sean Connery y Robert De Niro no comparten una escena. Lo más cercano a ello, es cuando Malone llega para detener a Ness al hotel donde se encuentra Capone y evitar que haga una imprudencia que le cueste la vida. Connery y De Niro se encuentran en el mismo set, más no intercambian palabra.
The Untouchables es una de las grandes películas de gánsteres y si la has visto, sabrás por qué. Si aún no la ves, tienes una gran experiencia cinematográfica por delante. Los Intocables cumple 35 años.