Es la secuela que no sabíamos que necesitábamos: Terminator 2 El día del juicio, estrenó hace 30 años, el 3 de julio de 1991.
Desde su debut en 1984, Terminator fue considerada una buena obra del cine comercial de los años ‘80s gracias a su mezcla de ciencia ficción, futurismo y horror, aunado al papel perfecto para Arnold Schwarzenegger, que lo posicionó como estrella. Asimismo, Linda Hamilton se convirtió en una de las heroínas del cine. Junto con la teniente Ripley (Sigourney Weaver) de Alien, demostraba la fortaleza femenina de manera natural.
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El final de Terminator daba pie para una secuela. A la vez, era el final abierto perfecto. Jim Cameron optó por la primera opción. Y sucedió lo que sucede de vez en cuando, la secuela superó en fama –y ganancias- a su predecesora.
La fórmula cambió, pero no demasiado, así como su estilo. Cameron es un visionario y supo qué caminos no tomar para no competir contra sí mismo. Se le dio nuevo peso a nuevos elementos. Si los efectos para la primera entrega habían sido motivo de reconocimiento, para la segunda no iría un paso más allá: sería un salto en paracaídas. Terminator 2: Judgement Day demostró el potencial del uso de las computadoras para los efectos en el cine, indispensables hoy en día. Asimismo, se realizaron otros efectos prácticos reales con mucha creatividad. Todo quedó sellado con una perfecta edición de video.
En 1991, el cineasta y su extenso equipo de producción también sabían que su mejor mercado sería el juvenil, ávido de héroes de acción de celuloide. Es por eso que no es casualidad escuchar canciones de grupos como Guns N’ Roses y “You Could Be Mine”. El beneficio fue para ambos.
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La popularidad de Schwarzenegger era tal, que prefirieron convertirlo en héroe. Otro acierto. Ya había sido el terrorífico villano de la primera. Y con sencillo giro, cambió de bando. Ahora era uno de dos ciborgs enviados del futuro cuya misión era la de cuidar al padre de la futura revolución contra las máquinas: John Connor. Era el segundo intento para eliminarlo cuando era aún un preadolescente después de que fallara el primer intento de eliminar a Sarah Connor antes de concebirlo.
Convenientemente, un desnudo Arnold aparece cerca de un bar frecuentado por motociclistas: “Necesito tu ropa, tus botas y tu motocicleta”, dice a un rudo bebedor. El T-800 era un robot, cierto, pero con buen gusto para vestir y buena elección en sus bípedos mecánicos. El toque final que no puede faltar: los lentes obscuros que lucen bien aunque sea de noche.
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La mancuerna entre Sarah Connor (Linda Hamilton) y el T-800 (Schwarzenegger) es perfecta. Rara vez no funciona la fórmula de ver a villanos y héroes unidos por un bien común, es el secreto deseo de cualquier corazón idealista.
No nada más el T-800 tuvo suerte a la hora de llegar al “presente”, la nueva amenaza también goza de ella. El T-1000 (Robert Patrick) se hace de una patrulla y un uniforme de policía con el que puede hacer su búsqueda sin ser cuestionado. El villano de aspecto sereno logró lo imposible, representar una amenaza incluso para el musculoso Arnold a quien se le toma afecto durante el filme.
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Terminator 2 toma desde el inicio la ruta de película de acción y ciencia ficción de tono maduro, dejando el horror de lado. Las pocas escenas de desnudos, la violencia y el lenguaje no la libraron de ser clasificación para adultos en su país de origen, Estados Unidos; mientras que en otras regiones del mundo más relajadas, se les permitía la entrada a los adolescentes y hasta a los niños. Era una “película de robots” después de todo. Lo demás se convierte en minucia.
Como su antecesora de 1984, Terminator 2: Judgement Day fue un clásico inmediato. La secuela está de 30 aniversario.