La de los Transformers es una franquicia conocida por varias generaciones. La primera de ellas tuvo su encuentro a través de juguetes, de una serie animada (con una criticada película) y un comic de Marvel que tuvo una larga duración. Y después de eso… nada. Hasta que, a inicios del siglo XXI, se dio el resurgimiento de la G1 de Transformers (o sea, generación 1).
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En 2007, la primera película live-action (con actores reales) de Transformers dio inicio a una fiebre por sus personajes. El momentum que se había creado fue en parte gracias a un relanzamiento de los comics en 2002. En ese momento se descubrió el poder económico de la nostalgia en propiedades que, si bien alguna vez habían sido “lo máximo”, podían caer en una especie de aletargamiento.
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Transformers comenzó como un par de colecciones de juguetes importadas desde Japón por la juguetera Hasbro. Con el fin de darles congruencia y cohesión, contrataron a Marvel para desarrollar un concepto unificador. Aquí te dejo una nota donde hablamos de todo ello:
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La demanda por los Transformers terminó en la década de los años 90 y la franquicia prácticamente desapareció.
En 2002, una nueva y pequeña editorial de comic, compró la licencia para hacer nuevos comics de los juguetes japoneses.
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Parte del éxito del nuevo comic radicó en que las historias mostraban arte que emulaba la animación tradicional, dando la sensación de ver un capítulo de la animación original, pero renovado, pulido y más estético. Las historias eran sencillas y muy fáciles de seguir.
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Después de haber tenido éxito con Darkminds, comic publicado por Image Comics, los hermanos Pat y Robert Lee fundaron la editorial Dreamwave. Pat Lee, dibujante principal de la serie Darkminds, basaba su estilo precisamente en la semejanza con las celdas de animación, un recurso digital entonces novedoso. Darkminds emulaba animes como Ghost in the Shell.
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En el mes de febrero de 2002 apareció en las tiendas un comic corto (“Preview” o “Previo”) con la antesala de los que sería la nueva miniserie, que consistiría de 6 números. El ejemplar de tan solo 6 páginas se agotó inmediatamente. La historia sirvió para generar expectativa, pues presenta una expedición al polo norte, la cual se topa con un extraño descubrimiento. Es hasta la última página que solo se muestra el torso inerte de Soundwave, uno de los Decepticons.
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La acción continúa en Transformers: Generation 1 #1. Pat Lee, junto con el escritor Chris Sarracini, continuaron con la nueva euforia por la propiedad casi olvidada y entonces, considerada de culto.
Otro acierto de Dreamwave, fue retomar las portadas especiales para un comic. Este es un recurso efectivo, aunque criticado. Se dice que fue una de las causantes del declive en el interés por el comic norteamericano de finales de los 90. Sin embargo, algunas casas aún recurrían a crear distintas versiones de un mismo ejemplar.
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Como la editorial no tenía muchos productos que ofrecer, y sí una enorme demanda por ellos, cada número de la miniserie tuvo dos o más portadas especiales. La estrategia hacía que los seguidores tuvieran que elegir al menos entre dos portadas, una presentando a los héroes -Autobots- y otra con los villanos -Decepticons-.
En muchos de los casos, los lectores compraban ambas ediciones. Algunas de las portadas eran rígidas y con un efecto especial, semejante a los hologramas, lo que aumentaba el deseo por obtenerlas.
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El primer número tuvo 5 portadas distintas en su primer número. Pese a las cantidades impresas, la demanda llevó a generar una segunda y una tercera impresión.
Después de casi una década de sequía (la serie de Marvel terminó en mayo de 1991), los Transformers estaban de regreso en los comics.
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El equipo creativo se tomó su tiempo para reintroducir a los robots extraterrestres. La historia inicia con el aspecto humano; uno de los participantes, Spike Witwicky, es contactado por la milicia estadounidense después de que han hecho el descubrimiento de uno de los robots en el ártico. El cuerpo del líder de los Decepticons, Megatron ha sido recuperado y llevado a una instalación. Los militares desean controlar al robot para sus propios fines.
Más están errados.
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El gobierno conoce la relación de Witwicky con los Autobots, por lo que piden su ayuda para reanimar otro cuerpo, el del líder Optimus Prime.
De esta manera termina el primer número.
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Al poco tiempo surgieron otras miniseries, como Transformers Armada y Transfromers: The War Within.
Después de que finalizara la miniserie Generation 1, se lanzó una serie mensual con el mismo equipo creativo en 2003. Con la expansión, Dreamwave dio la oportunidad a excelentes ilustradores jóvenes (como Don Figueroa y Guido Guidi), así como al veterano escritor británico Simon Furman, cuyo trabajo en el comic norteamericano ya era esporádico.
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Furman escribió los últimos 25 números del primer comic de Transformers para Marvel con una tremenda aceptación. De hecho, la serie que se pretendía solo constara de 4 números, continuó por 76 más, culminando en el #80. Cuando Furman y el dibujante Andrew Wildman hicieron mancuerna, el título generó nuevo interés.
Con el lanzamiento de la versión de Dreamwave, parecía que nada podía salir mal. Y de alguna manera, todo salió mal. Inexplicablemente, así como regresaron los robots del planeta Cybertron, así desaparecieron de nuevo.
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Malos manejos al interior de Dreamwave provocaron que la editorial establecida en Canadá desapareciera de la noche a la mañana; varias de sus series quedaron inconclusas, como por ejemplo un crossover entre G.I. Joe (otra propiedad de Hasbro) y Transformers.
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Para ese entonces, Dreamwave ya publicada otras propiedades originales y licencias (como Mega Man, La Tortugas Ninja y Devil May Cry), mismas que terminaron en el olvido.
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Poco tiempo después, Hasbro rentó la licencia editorial a otra pequeña compañía, misma que continúa produciendo los comics de Transformers al día de hoy: IDW Publishing. Esta dio a una nueva continuidad.
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Se cumplen 20 años de la reaparición de los comics de Transformers por medio de la editorial Dreamwave.