Hay películas que esperas ver en determinada temporada del año, como Mi pobre angelito o Titanic en Navidad. La tradición en México tal vez comenzó con Ben-Hur, transmitida en televisión abierta cada Semana Santa. Cada año. Durante décadas. Y es una buena tradición, ya que se trata de uno de los filmes más importantes de la civilización occidental.
Ben-Hur es una historia ficticia ubicada en la temporalidad de la vida de Cristo, la historia de un príncipe judío que se ve obligado a enfrentar la adversidad cuando es inculpado y traicionado por su amigo Messala, el nuevo gobernador de Jerusalén.
En 1959, el 18 de noviembre se llevó a cabo la premier en la ciudad de New York. Posteriormente, el 24 del mismo mes en Los Angeles, California. A México llegó dos años después, el 16 de noviembre de 1961. Puede parecer mucho tiempo entre el estreno general y la llegada a nuestro país; sin embargo, esta era –y sigue siendo en algunos casos- una práctica común.
Antes (mucho antes) de la llegada del internet y la globalización de la información –así como de la malinformación- no importaba tanto que una película tardara en estrenarse. Ahora los lanzamientos son fenómenos mediáticos mundiales y es importante para evitar los famosos “spoilers” o datos que nos pueden arruinar la experiencia cinematográfica. Además, la recaudación pronta en taquilla mundial también es importante para los estudios, tanto para recuperar las inversiones y ganancias, como para planear secuelas (en caso de que las haya).
Otro dato importante es la comercialización casera. Antes no había manera de ver una película más que en cine o en televisión. Desde que se introdujeron los formatos caseros de reproducción todo cambió. Y fue hace más de 30 años con la llegada de las cintas Beta y VHS.
Así es que Ben-Hur se convirtió en una tradición familiar. La gente se congregaba en las casas para guardar las fiestas y ver una cinta de ficción, pero basada en los relatos de la Biblia. Claro que también ayudaba tener al galanazo Charlton Heston como Judah Ben-Hur. Lo acompañan Stephen Boyd (Messala), Haya Harareet (Esther) y Jack Hawkins (Quintus Arrius). La dirección corrió a cargo de William Wyler.
Fue una de las producciones más costosas, con un –entonces- impresionante presupuesto de 15.2 millones de dólares. Se realización se tomó varios años y salvó a la productora MGM de la quiebra. Pasó 6 meses como la película más taquillera en Estados Unidos.
Ya que hacemos el comparativo de los tiempos, también hay la concepción de que el cine actual se la pasa haciendo “remakes” o nuevas versiones de películas que tuvieron éxito y que ya no hay creatividad. O que no hay historias originales y que se recurre excesivamente a las novelas. Pues bien, Ben-Hur es un remake de una película de 1925, dirigida por Fred Niblo y Charles Brabin con Ramon Novarro (Ben-Hur), Francis X. Bushman (Messala) y May McAvoy (Esther).
Además, ambas películas están basadas en la novela de 1880, Ben-Hur: A Tale of the Christ (Ben-Hur: Una historia de El Cristo) de Lew Wallace, uno de los libros más vendidos de su tiempo. También ha tenido otras adaptaciones fílmicas –unas oficiales, otras no- en 1907, 2003, 2016 y una miniserie para televisión en 2010.
Obras en Broadway, adaptaciones para radio y numerosas referencias en otras cintas y series, son algunos de los recuerdos que ha dejado Ben-Hur -sobre todo su versión de 1959- en la cultura de occidente.