Quentin Tarantino se distingue por ser un director de cine polémico, cualidad común entre los cineastas. Y podemos citar aquí muchos ejemplos: Allen, Hitchcock, Lynch, Polanski, Kubrick. Por lo general, una persona de ese nivel creativo piensa distinto a los demás.
Tarantino no es la excepción. Su estilo de escribir y dirigir nos permite reconocerlo a kilómetros de distancia. Su polémica voz le ha ganado tanto adeptos como oponentes. Su temática también lo ha puesto en el rincón, ha sido “castigado” como director por la Academia de Cine y Artes de Estado Unidos (organización que entrega los premios Oscar).
Su última entrega también ha generado crítica: Once Upon a Time in Hollywood lleva un par de semanas en cartelera en el país del norte y este fin se estrena en el nuestro, en menos salas que las acostumbradas pues, por alguna razón, Tarantino tampoco es del gusto de las cadenas mexicanas. Por otro lado, su retrato de personalidades como Sharon Tate y Bruce Lee ha sido cuestionado fuertemente.
La mezcla de su visión particular con los hechos históricos es a veces difícil de digerir. Y uno de los mejores ejemplos es Inglourious Basterds, que cumple 10 años de haber llegado a las salas de cine de Estados Unidos y que sigue siendo considerada como una de las mejores cintas de Quentin.
El 21 de agosto de 2009 pudimos ver la historia de una joven Shosanna Dreyfus (interpretada por Mélanie Laurent) que debe enfrentarse a los horrores de la Segunda Guerra mundial en una Europa acosada y torturada por el nazismo. El coronel alemán Hans Landa (Christoph Waltz) se dedica a cazar familias judías y tiene una inclinación peculiar por el sadismo. Este tipo de personajes se presta muy bien para la narrativa y sabor tarantinesco, ayudando a crear tensión, empatía o repulsión. Además, la actuación de Waltz (y la de todos los demás), es excelente.
Es sabido que los diálogos del director colaboran en gran medida con sus ambientes y construyen momentos, muchos de ellos de tensión y a veces llega a ser incluso cansado para el espectador que se la pasa en un constante estado de incertidumbre. Pero al final, tiene su recompensa y es característica de una buena historia.
En el caso de Shosanna, la atención y suspenso la acompañan durante toda su juventud. La aparente calma no es más que un ojo de huracán, uno que habrá de pegar muy fuerte. Si bien la joven logra escapar y ser la última sobreviviente de su familia (al inicio de la cinta), el destino la alcanzará de la manera más extraña.
A la trama se une un ecléctico grupo de rebeldes -al más puro estilo cómic- de distintas nacionalidades que nos recuerda al Sergeant Rock o a los Losers de DC, o bien, a Nick Fury y sus Howling Commandos de Marvel. Este grupo, liderado por el teniente Aldo Raine (interpretado por un “sureño” Brad Pitt) da un toque más ligero, ficticio y hasta cómico a una historia que de otra manera podría resultar bastante lúgubre.
El final reside más allá de la inverosimilitud, aunque nos deja deseando que en algún universo alterno así se haya resuelto el conflicto bélico.
Inglourious Basterds es la cinta número 6 en la carrera de Quentin, quien asegura que se retirará a los 60 años, sólo de la silla de director (continuará escribiendo). También ha dicho que sólo hará 10 películas, de las cuales, sólo le queda una (y muchos proyectos pendientes). Así que mientras esperamos que se dé luz verde a su proyecto de Star Trek (aunque lo dudamos un poco); o bien, el inminente estreno de Érase una vez en Hollywood, tenemos un gran catálogo del cual escoger. ¿Y por qué no Inglourious Basterds que cumple sus primeros 10 años?