El rock fue por muchas décadas la máxima expresión entre los jóvenes, los adolescentes y los que ya no lo eran tanto. Incluso entre los niños. La rebeldía y la propuesta eran sólo un par de aspectos de lo que impulsaba este género musical. No era una rebeldía acéfala, era una contracorriente a los convencionalismos que había llevado al mundo a lugares donde los jóvenes no querían estar, como las guerras y el hambre, consecuencias de un deseo de dominación social, política y económica. Morir no por un país, sino por intereses de un tercero que no arriesgaría su vida en el campo de batalla, a diferencia de los soldados.
Así surgieron discos como The Wall de Pink Floyd, quienes en 1979 presentaron una de las obras magnas del rock. El disco doble es una fuerte crítica a cada aspecto de los componentes sociales, de lo general a lo particular. La víctima que se convierte en victimario, criado por sistemas educativos, indolentes y adormecidos, ajenos a toda necesidad real.
Este ambicioso proyecto contó con una película en 1981 y la visión del director Alan Parker. Por su parte, Pink Floyd creó una gira por Inglaterra y Estados Unidos presentando el disco completo. No era común que un grupo interpretara un disco de principio a fin; como bien sabemos, estos eventos se integran con los éxitos, los clásicos y canciones nuevas que les interesa posicionar.
El concierto de The Wall era demasiado caro y casi llevó a la bancarrota al grupo, fue también un punto de tensión entre los de por sí ya no tan amigos integrantes de la banda. Sólo hicieron 31 conciertos debido a lo complicado –y caro- del montaje, que requería que, conforme avanzara el concierto, se erigiera un enorme muro entre la banda y el público, que debía ser terminado antes del intermedio para que, en la última canción, el último bloque de ladrillo (hecho de un material ligero similar al hule espuma comprimido) fuera colocado.
La segunda parte comprendía proyecciones sobre el muro con animaciones realizadas por el genial Gerarld Scarfe y que fueron utilizadas posteriormente en la película de Parker. Además, enormes globos inflables con figuras deformes que representaban a un maestro, a la madre y la esposa, así como un cerdo volador y un avión de utilería que, amarrado de un lado a otro del recinto, volaba sobre la gente para estrellarse y explotar con un estruendo de fuegos artificiales.
Por otro lado, el sistema de audio requería enormes bocinas colocadas estratégicamente en los cuatro puntos para generar un sonido envolvente.
Durante mucho tiempo, grabaciones en video y audio de esta gira fueron archivadas, aunque existían algunas copias filtradas y editadas. Los fans de la banda buscaban estas copias en disco, cd o cassettes por todo el mundo.
Fue en el año 2000 que las grabaciones de la gira de The Wall se digitalizaron y se hizo una mezcla oficial de este concierto. Se editó para su venta en un paquete especial con un libro y se puso en venta el 23 de marzo de ese año. El disco fue un gran suceso, pues la banda se encontraba en el semi retiro y, como era de esperarse, regresaban a las listas de popularidad.
El concierto completo fue prácticamente rescatado y restaurado tomando algunas de las mejores tomas. Se creyó que se haría lo mismo con la parte en video, más esta nunca salió a la venta y se cree difícil que llegue a comercializarse. Prueba de ello es que han pasado otros 20 años desde que salió a la venta este concierto en audio y 40 desde la gira inicial.
Is There Anybody Out There? The Wall Live 1980–81, celebra pues, sus primeros 20 años de vida.