Una nueva polémica gira en torno a los héroes de DC comics y sus versiones fílmicas. Y no es tan nueva, en realidad. La consternación de algunas familias por el estreno de la cinta se ha hecho notar. Son afectados por el atentado del año 2012 cuando un desquiciado abrió fuego en una sala de cine durante la premier de Batman: El Caballero Obscuro Asciende. El hecho se suscitó en el multiplex (complejo de varias salas de cine) de Century 16 en el condado de Aurora en Colorado, Estado Unidos. El hombre, al que no mencionaremos para no darle mayor popularidad (estas personas deberían permanecer en el anonimato) asesinó a 12 e hirió a 70.
Tras el hecho, se temió que otros imitadores –o “copycats”-, se sintieran inspirados para hacer lo mismo. Afortunadamente, esto no sucedió. Sin embargo, el estreno de Joker ha encendido algunas alertas. La cadena de cines no proyectará la cinta en su complejo de Aurora, por ejemplo.
Muchos puntos relacionados con la película se han resaltado, como el hecho de hacer empático a un personaje que, en los comics, es la más pura representación de la maldad, del caos y de la violencia sin sentido –aunque para él sí lo tenga-. Joker es un personaje, el villano por definición, cuyos motivos están cimentados en la locura pura. Es un personaje ficticio, pero con una raíz dentro de las posibilidades de lo real.
Durante muchos años no se dio a conocer su origen, pues no importaba. Lo que era relevante eran sus actos, que traumatizaban a la sociedad de la ciudad de Gotham. Cuando se publicó la gran obra en comic The Killing Joke en 1988, escrita por Alan Moore con ilustraciones de Brian Bolland, se mostró lo que era un posible origen de Joker, sin que este sea confirmado al 100% como verdadero. Y se le dio nombre.
Al año siguiente, la cinta de Tim Burton, en la que Jack Nicholson dio vida a Joker, se le bautizó como Jack Napier (combinación de los nombres de Jack Nicholson con Alan Napier, quien interpretaba a Alfred en el programa de 1966). Y 30 años después, en la nueva versión fílmica, llevará por nombre Arthur Fleck. Veremos su caída y motivaciones que lo llevarán a convertirse en uno de los seres más letales de la ficción. Y seremos empáticos con el personaje.
Como declaró Joaquin Phoenix en una reciente entrevista: “La mayoría tenemos la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo. No corresponde a los cineastas educar”. Y es verdad, en las distintas formas de arte siempre se ha hablado del bien y del mal. Al espectador corresponde la tarea de juzgar cuál es cuál. Un artista no es docente.
(The Killing Joke, publicada por DC Comics en marzo de 1988. Es considerada una de las mejores historias del medio)
Como mencionamos al inicio, familias de las víctimas en el cine de Aurora se reunieron y escribieron a Warner Brothers: “Pedimos que (Warner) se una al creciente grupo de líderes corporativos que comprenden que tienen una responsabilidad social para protegernos”. Más concretamente, que donen ganancias para ayudar al control de armas.
(En The Killing Joke, el enemigo de Batman dispara y provoca la pérdida de la capacidad de caminar a Barbara Gordon, Batgirl)
Tras las presiones, finalmente Warner Brothers se ha pronunciado al respecto: “La violencia por armas en nuestra sociedad es un tópico crítico y extendemos nuestra simpatía más profunda a todas las víctimas y familias afectadas por esta tragedia. Nuestra compañía tiene una extensa historia de donación a las víctimas de violencia, incluyendo Aurora…”, “Warner Brothers cree que una de las funciones de la narración es provocar polémica alrededor de temas complejos”, “ni el personaje ficticio, Joker, o el filme es condonación de ningún tipo a la violencia en el mundo real. No es la intención de la película, los cineastas o el estudio representar a este personaje como un héroe”.
La preocupación de las familias es creíble, han vivido una situación indeseable a causa de un desequilibrado, pero tal vez la solución no sea prohibir las distintas formas creativas de expresión. Alguno de los familiares ha ido tan lejos como decir que cada vez que ve a Joker, ve al homicida que perpetró el atentado. Sin embargo, en la película que se proyectó en 2012, si bien es de Batman, Joker no aparece. ¿Sería necesario borrar definitivamente al personaje de cualquier medio? ¿O dejar de hacer historias donde aparezca Batman? ¿Dejar de hacer comics, programas de televisión y películas de superhéroes y ciencia ficción? ¿Se debería de prohibir cualquier historia donde exista la dualidad entre el bien y el mal para eliminar peligros potenciales? ¿Cuál es el límite?
(Joker es responsable de Jason Todd, el segundo Robin, en la historia “Una muerte en la familia” de 1988, escrita por Jim Starlin y dibujada por Jim Aparo)
Eso es atacar la forma, no el fondo. El problema no es que alguien estalle en locura por la proyección de una película, sino el fácil acceso que existe para adquirir un arma. Y sobre todo, armas de alto poder. La solución probablemente resida en coartar las formas de expresión, sino en permitirlas. No corresponde a los cineastas frenar la violencia, sino a los gobiernos regular el acceso a las armas; es competencia de la sociedad y las familias educar, y sobre todo, detectar los focos rojos en sus integrantes. Es fácil buscar culpables; ¿lo difícil? Asumir una responsabilidad.
De cualquier manera, la película se estrenará en poco más de una semana en salas de todo el mundo y ha recibido excelentes críticas por ser una buena historia. No está basada en una historia de la vida real, sino en un personaje ficticio que ha existido durante casi 80 años y el cual ha sido un consentido de millones de lectores por todo el mundo, sin que eso signifique que representa un modelo a seguir. Al contrario, es la antítesis de la ideología del héroe. Pero… ¿Tú qué opinas?