Es uno de los casos curiosos del cine, más no poco común: El villano se convirtió en la figura. Freddie Krueger es toda una superestrella del cine y sus seguidores, si bien podían asustarse con su maldad, esperaban verlo triunfante.
Seguramente por ello titularon la segunda parte de A Nightmare on Elm Street (Pesadilla en la Calle del infierno) como “La venganza de Freddie”. El filme se estrenó en las salas de cine de Estados Unidos el 1 de noviembre de 1985, por lo que cumple 35 años.
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Por fortuna, Freddie no muere en la primera parte (spoiler alert: tampoco en esta. Ni en la que sigue. Ni en la siguiente. O en la otra). 5 años después de su aparente final, el demoniaco ser regresa para cobrar venganza (por si el título no fuera suficiente indicio).
Una nueva serie de víctimas caerán una tras de otra y, Krueger, triunfante, continuará con su historia.
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El actor Robert Enguld pasó a la historia como el alter ego de Freddie Krueger, adueñándose del personaje –y del público-.
La segunda parte ya no fue dirigida por Wes Craven, sino por Jack Sholder y recibió críticas menos favorables que su antecesora; sin embargo, también dio rumbo a la cinta como una nueva franquicia en el género de los cuchillazos, conocido como “Slasher films”.
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Hasta 1991, hubo un acumulado de 6 películas referente a la historia de Krueger, así como tres entregas posteriores entre la que se cuenta la famosa Freddy vs. Jason de 2003 y el remake de 2010.
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Si somos honestos, estos filmes se veían mejor en su época, antes de todo el avance tecnológico por lo que, si llegaste al planeta más recientemente, tal vez esta película no te diga mucho. Más si te trasladas al contexto de la era verás de dónde proviene todo el interés y culto por este personaje emanado del infierno.