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Paranoid de Black Sabbath cumple medio siglo.

Si varios seguidores de Black Sabbath te dicen que su disco favorito es Paranoid, tienen razón en hacer tal elección. La placa contiene canciones como “War Pigs”, “Paranoid” “Planet Caravan” e “Iron Man”. Todas estas, solamente en lo que es la cara “A” del disco de vinil (formato en el cual se dio a conocer).

Aunque también es probable que un seguidor de Sabbath te diga que el mencionado, es el peor disco del grupo (o su menos favorito). Tal aseveración también ostenta algo de razón. Lo que sucede entre los fanáticos de cualquier grupo es que habrá una tendencia al rechazo de su material más conocido o comercial, por estar “choteado”; esto es, que entre más se escuche en los diversos canales, mayor facilidad hay de que pierda su tracción con los más fanáticos.

Por otro lado, también puede significar que hay más material –no tan conocido- que vale la pena explorar.

Paranoid es de esas pocas excepciones en las que tanto unos como otros parecen coincidir. No por nada se considera una de las piedras angulares del heavy metal. El nivel técnico y artístico de esta producción es de esas que son como los relámpagos: no caen dos veces en el mismo lugar.

Cada uno de los instrumentos demuestra un dominio inspirado. Y el conjunto, es mucho más que la suma de sus partes. La voz de Ozzy Osbourne es una de las más características del mundo de la música, eso está claro, pero los demás integrantes también tienen varios momentos de brillantez. La guitarra de Tommy Iommi genera unos solos que dan identidad e invitan al famoso “headbang”, que se refiere a la acción de agitar la cabeza salvajemente al ritmo de la música. Por el contrario, en “Planet Caravan”, nos regala un delicado blues en el que cada nota cae en sucesión inequívoca en el momento preciso.

La batería de Bill Ward, desde la primera canción, “War Pigs”, es una cátedra del instrumento, de precisión casi jazzística que, a su vez, es liberadora. Su sonido capta invariablemente la atención de quien escucha. El instrumento se conjuga a la perfección con el bajo de Geezer Butler, creador de ritmo, de la base que funciona como una segunda voz al resto de los demás, que habla como si fuera una consciencia individual, algo así como un “Pepe Grillo” del metal.

Seguirán escribiéndose cosas acerca de este importante disco, tal como lo hacemos hoy al celebrar su primer medio siglo de vida (salió a la venta el 18 de septiembre de 1970), más todas llegan casi a la misma conclusión: es un disco que se ha ganado lugar propio en la historia y merece ser escuchado al menos una vez.

Iñigo Pérez

25 años en medios de comunicación, seguidor del comic (desde antes de que fueran "cool"), de la música, del cine y de las series. El arte se expresa de muchas formas... solo tienes que plasmar el tuyo.

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