Lo que se esperaba… sucedió finalmente. Se ha dado el anuncio oficial de cancelación de la convención más grande del mundo de comics, cine y ciencia ficción: la San Diego Comic-Con.
Era cuestión de tiempo, pues con las medidas adoptadas en Estados Unidos y en todo el mundo para contrarrestar los efectos de la propagación del SARS-CoV-2, causante del Covid-19, la aglomeración que se registra año con año en dicho evento lo convertía en algo totalmente inviable.
Durante 50 años, la San Diego Comic Convention (SDCC), había sido llevada a cabo ininterrumpidamente. Hasta ahora.
El primer evento se realizó el 21 de marzo de 1970 en el histórico U.S. Grant Hotel de San Diego en California. Sólo durante ese día sábado. El presidente de Estados Unidos era Richard Nixon y en la radio se escuchaba a Simon and Garfunkel con su clásico “Bridge Over Troubled Water”, a The Beatles con su despedida “Let It Be”, a The Hollies con “He Ain’t Heavy, He’s My Brother” y hasta la agrupación liderada por el mexicano Carlos Santana con “Evil Ways” (te dejo las ligas para estas canciones por si gustas escucharlas como banda sonora).
En esos días, el comic era un submundo cultural que comenzaba a tomar fuerza en nuestro continente como una forma válida de comunicación artística. En Estados Unidos, ya existía un mercado coleccionista.
Los comics ya no se tiraban ni se usaban para la jaula de los pájaros, se atesoraban y tenían valor de reventa. Tanto niños como adultos buscaban los ejemplares recorriendo puestos de revistas, tiendas de conveniencia y farmacias. Los buscaban, los compraban, los leían, los volvían a leer, los guardaban y esperaban el siguiente número para conocer el nuevo capítulo de la aventura. En el mejor de los casos y si había otro individuo que compartiera dicho gusto, platicaban y comparaban notas. Debatían.
Entonces, al mudarse a la ciudad de San Diego, el fanático Shel Dorf, quien había trabajado con el legendario Milton Canniff como letrista en su strip de periódico, Steve Canyon, y quien era respetado –y muy importante, con los conectes- en el medio, decidió realizar una convención donde se reunieran aquellos coleccionistas y lectores de comics, así como creadores y gente del medio con la finalidad de convivir. Dorf ya tenía experiencia con tales tertulias.
Para los fans, sería una oportunidad única para conocer a sus artistas favoritos, a los creadores de las historias y héroes que leían mes a mes. Para los creadores, era una oportunidad para conocer a la gente que disfrutaba y atesoraba su trabajo. Se daban cuenta que sus historias tenían impacto y relevancia. Además, era la ocasión perfecta para intercambiar anécdotas y materiales, la mejor manera para conectar a toda esa gente que vivía aislada en su propio submundo.
Ese mismo año de 1970, tras el éxito de la primera, se realizó otra edición de la SDCC, formalmente durante el fin de semana del 1 al 3 de agosto con la participación de 300 personas (en la primera se involucraron 145). Para ponerlo en contexto, este año se esperaba la asistencia de 135 mil personas. En esa segunda ocasión se contó con gente del tamaño de Ray Bradbury y Jack Kirby.
Como dato curioso, fue durante la SDCC de 1970 cuando Ray Bradbury, autor de libros como Fahrenheit 451 y Crónicas Marcianas, platicó cómo perdió uno de sus lentes de contactos en la misma sala donde hacía su panel. El artefacto brincó del ojo del escritor. Fue toda una travesía encontrarlo y, cuando al final apareció, estaba dañado más allá de toda reparación. El escritor sacó sus espejuelos y dijo que jamás volvería a utilizar contactos. Era demasiado complicado.
El evento se arraigó en esa ciudad y fue tomando importancia año con año. Las editoriales de comics la utilizaron para dar a conocer sus eventos más importantes a publicar durante los veranos. Más tarde, llegaron los cosplayers con el objetivo de encarnar a los personajes más queridos, adoptando disfraces y personalidades con un alto despliegue de calidad y profesionalismo. La ciudad se transformaba cada fin de semana que se congregaban los fanáticos.
Ya más recientemente, las productoras y distribuidores de cine se apoderaron del evento, usándolo como focus group de los próximos estrenos de películas de comics, ciencia ficción, fantasía, animación, horror y otros géneros.
Los videojuegos, las figuras de acción y el coleccionismo en todas sus vertientes, ocupaban un lugar en el esperado evento anual. Como consecuencia, los precios alcanzaron precios exorbitantes, al grado de ser casi prohibitivos. Aun así, la gente hacía un enorme esfuerzo para acudir.
2020 sería el 50 aniversario de la SDCC. Más la celebración no pasará más allá de la idea y los buenos deseos. La fecha programada era del jueves 23 al domingo 26 de julio (con la inauguración, la tarde del miércoles 22). En esta ocasión, no se reunirá gente de 80 países ni se recaudará el estimado de 149 millones de dólares, ni se venderán 17 mil 500 hot dogs. Y aunque es un golpe bajo para propios y extraños –eso sí, todos amantes de la cultura pop-, servirá para que organizadores, panelistas, tiendas, productoras de cine y televisión, editoriales de libros, de comics, cosplayers y fanáticos, se tomen un nuevo aire y se preparen para los próximos 50 años de la San Diego Comic-Con.