Hace poco hablamos de los 90 años del fallecimiento de Arthur Conan Doyle (ocurrido el 7 de julio de 1930 cuando tenía 71 años) y su transcendencia en la historia como escritor de novelas. El también médico tuvo a bien la creación del detective por excelencia: Sherlock Holmes, conocido prácticamente en todo el planeta. Aquí el link con esas líneas:
Sería sumamente difícil contar todas las adaptaciones que se han hecho de sus personajes, en particular del mencionado Holmes y de su fiel amigo, el doctor John Watson, semejantes en tonalidad y complicidad al Quijote de Cervantes.
Una adaptación reciente y que tuvo una gran aceptación por parte del público televidente es la serie llamada simplemente Sherlock, estelarizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman (como Holmes y Watson, respectivamente) y que resultó muy benéfica para sus respectivas carreras.
Pese a que esta no ha sido cancelada, su producción terminó en 2017 y no han anunciado futuras entregas.
La producción de la BBC cuidó cada detalle, llevando los relatos clásicos y el estilo de Arthur Doyle al presente. Sherlock ya no vive en la época victoriana, sino en el siglo XXI, resolviendo todo tipo de crímenes gracias a su compleja mente deductiva carente de empatía con sus congéneres humanos.
Los episodios son considerablemente más largos que un capítulo habitual de una serie de televisión y sus tiempos llegan a ser semejantes a los de las películas. Esto se debe en parte a que cada uno de ellos está basado en uno de los cuentos clásicos del detective, respetando la esencia del personaje y su entorno y llevando cada una de las historias de principio a fin.
Las actuaciones y producción hacen honor a la obra de Doyle, objetivo nada fácil de alcanzar. La creatividad narrativa y lo complejo también juegan papel importante. Holmes, como en su contraparte de papel, no siempre es un personaje agradable y su mente le hace juegos perversos que lo llevan a caer en obsesiones y adicciones, a menudo alienando a la gente allegada a él. Las cualidades mentales que lo hacen único también lo convierten en paria. Sus problemas –y vicios- son un tanto más tenues en la reciente serie televisiva, pero el abordarlos evita que Holmes se convierta en cliché y le da profundidad.
En total, se han hecho 4 temporadas con tan sólo tres capítulos cada una, además de un especial realizado en la temporalidad real de las historias de Doyle, en el cual el detective y el resto de su elenco tienen la oportunidad de jugar más literalmente con las ideas originales.
Además, Sherlock tiene como cualidades, la profundidad y las “capas”; cada vez que la veas, encontrarás algo nuevo y te encontrarás explorando al detective que llevas dentro.
Probablemente, Sherlock entrará a tu lista de versiones favoritas si no es que ya lo está. Y mientras esperamos una nueva y corta temporada, la recordamos a 10 años de su estreno en televisión, el 25 de julio de 2010.