Como es común en el caso del metal y todas sus vertientes, sus fans pueden ser los más intransigentes críticos. Y este caso no es la excepción. Slipknot es una banda celebrada por muchos y criticada por otros. Los más metaleros te dirán que no deja de ser rock comercial. Y tienen razón; incluso, si nos ponemos exigentes, no deja de ser música pop. Pop en el sentido que es música popular, comercial, que llega a millones de personas por todo el mundo. Pero cualquier tipo de banda en cualquier tipo de género lo es, si es que reúne estas características.
Otro aspecto distinguible es que el grupo formado en 1995 utiliza máscaras para tocar, alter egos de aspecto macabro y, mientras que tal recurso resulta vistoso y conceptual, para muchos tampoco deja de ser un gimmick, un recurso “barato” para atraer adeptos, principalmente adolescentes que se encuentran en la búsqueda de su identidad.
Dicho todo esto, el grupo originario de Iowa en Estados Unidos, regresa para dar a conocer su sexta producción de estudio: We Are Not Your Kind, una placa experimental e interesante en la cuestión auditiva. Elementos electrónicos nos remontan un tanto al sonido de Rob Zombie o NiN. Y esto es bueno, el metal se distingue por sus cambios de ritmo y por el virtuosismo de sus mejores ejecutantes.
El viernes 9 de agosto de 2019 fue la fecha de lanzamiento.
(Photo Getty Images)
Los matices están presentes en este material de 14 tracks, producido nuevamente por Greg Fieldman (trabajó con la banda en su disco anterior) y compuesto por Slipknot, desgraciadamente ya sin Chris Fehn, quien fue despedido después de que los demandó. Slipknot prueba que, aunque ya no es una estrella de nueve picos, sus integrantes están dispuestos a intentar cosas nuevas pero a la vez, también mantienen su característico estilo musical.
We Are Not Your Kind, título del álbum, es tomado del sencillo de 2018, All Out of Life y que, por alguna razón, no está incluido en la placa, sólo en la edición japonesa.
La depresión personal y colectiva, la lucha contra los demonios internos y hasta la crítica a la industria musical actual son algunos de los temas de los cuales nos grita Corey Taylor a lo largo de poco más de una hora en un disco que nos recuerda, como nos lo dicen de manera casi literal, que la vieja música vale la pena, que no significa que esté muerta y que, como a la banda misma, le queda mucho que ofrecer.