Algunos álbumes, pese a su importancia, no tiene el reconocimiento que deberían. Uno de ellos es el segundo material de estudio del grupo alemán Helloween, que es considerado como el que dio origen al género del power metal. Dado a conocer en 1987, Keeper of the Seven Keys Part 1, es una gran obra musical.
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Hemos mencionado que el metal suele ser menospreciado como música sin mayor valor que el de los “guitarrazos” o “tamborazos”; sin embargo, el disco del que hoy hablamos es un ejemplo de buena estructura, armonías y concepto, además de aquella característica subjetiva que llamamos inspiración.
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Para más de uno, este es el mejor disco de Helloween y contiene a la alineación dorada. Es el primero en que se integra al vocalista Michael Kiske, cuya características vocales nos recuerdan a Druce Dickinson de Iron Maiden. Es Maiden, precisamente, una de las grandes influencias de esta agrupación.
Varios de los clásicos de Helloween aparecen en Keeper of the Seven Keys Part 1, tales como “Twilight of the Gods”, “Future World”, “Halloween” y la power ballad, “A Tale That Wasn´t Right”.
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Los temas abordados por la banda son variados y tienen una influencia de la fantasía y lo sobrenatural palpable en el arte del disco. En contraste, el quinteto habla de lo urbano y lo real, como el abuso de las drogas o de las derrotas, del optimismo de estar vivo y de las oportunidades que trae el nuevo día.
Keeper, originalmente, se pretendía que fuera un disco doble conceptual, más la disquera se los negó, pues no consideraban que los de Helloween fueran los suficientemente conocidos en ese momento y no querían exponerse a un fracaso comercial. De esta manera se fraccionó en dos partes. El tema que da nombre al disco aparece en el álbum siguiente, la parte 2, de 1988. Sin embargo, uno de los tracks del primer Keeper, “Follow The Sign”, ya hace alusión al “custodio de las llaves”.
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Para su speed metal, Keeper of the Seven Keys Part 1, es una grabación bastante melódica. Las armonías vocales e instrumentales son de suma importancia y aquí descubrimos porqué. La dupla de guitarras de Kai Hansen y de Michael Weikath, otorga la cualidad del diálogo sin palabras. Por otro lado, el lucimiento vocal de Kiske, como al inicio de “Starlight (Remix)”, es rúbrica en el sonido de los alemanes metaleros. La batería del desaparecido Ingo Schwichtenberg, imprime vertiginosidad con el empleo del doble bombo (esencial en el speed). Tampoco se puede ignorar el bajo de Markus Grosskopf. Como menciono a menudo, hay discos que deben ser escuchados y analizados parte por parte. Este es uno de ellos.
Desde el principio, con “Initiation”, encontrarás algo distinto, pues con menos de minuto y medio el grupo nos genera la atmósfera en la que se desarrollará todo el material.
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“Initiation” se liga al segundo tema, “I’m Alive” y sus tonos sinfónicos cambian a lo eléctrico, más los primeros no son olvidados, van y vienen con frecuencia. Es parte del estilo.
Helloween tiene algunas excelentes producciones y continúan haciendo música. Apenas el año pasado lanzaron nuevo material homónimo con su alineación más extensa y con el regreso de Kiske y Hansen (de este material ya hablamos ene ste espacio). Se siguen escuchando tan bien como hace 35 años, cuando estrenaron Keeper of the Seven Keys Part 1, el 23 de mayo de 1987.