Algunos músicos y sus composiciones pueden llegar a tener reconocimiento por la promoción que se consigue a través de un medio distinto. Es Tubular Bells, el debut de Mike Oldfield en 1973, más fue hasta el lanzamiento del filme El Exorcista, que la composición ganó tracción.
Los adeptos al filme, dirigido por William Friedkin (y que tuvo su estreno el 26 de diciembre de 1973), recordarán el tema principal, que produce incomodidad a la fecha.
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La música del filme toma tan solo unos segundos iniciales del tema compuesto y grabado por el británico Mike Oldfield, cuando tenía apenas 19 años. Otra cualidad, además de su juventud al momento de la concepción, es que Oldfield grabó más de 15 de los instrumentos que se aprecian en la obra.
Las Campanas tubulares del británico ganaron notoriedad con el tiempo. Y es que, de inicio, no es una pieza fácil de digerir (pero tampoco incomprensible). La composición consta de dos partes y se dividió en ese tiempo debido a las restricciones de los formatos en que se vendía la música. Los más comunes, el disco de vinil y el casete, tenían dos lados con la misma capacidad de almacenamiento. Estas limitaciones tuvieron influencia en otro álbum conocido, Thick as a Brick, de Jethro Tull, grupo británico:
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Los compositores, intérpretes y productores de discos, debían hacer muchos ajustes para equilibrar la duración en ambos lados. Notoriamente, algunos materiales clásicos difieren de manera considerable en el orden de las canciones, dependiendo el formato que se utilizara. O incluso, algunas canciones debían ser omitidas de uno u otro.
En el caso de Tubular Bells, se compone de Parte 1 y Parte 2, aunque en realidad se trata de una sola composición con varios temas, al estilo de la música clásica. Tampoco tiene letra, por lo que no hay un ancla comercial.
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La primera parte consta de casi 26 minutos y, la segunda, de 23.
Tubular Bells es, simplemente, una obra fantástica. Escucharla se asemeja a leer un libro con sus constantes cambios en el ritmo. O bien, puede pasar como la banda sonora de una historia que nosotros mismos creamos al tiempo que la escuchamos. Tiene múltiples capas y tantos instrumentos que es un deleite ir desmenuzando uno a uno.
Pasados los primeros 20 minutos de la primera parte, un maestro de ceremonias nos va indicando el instrumento que pasa a hacer el protagonista en ese momento con un solo. Vivian Stanshall, con voz grave y profundo acento inglés, anuncia… “Piano de cola… Órganos de bomba y de tubos… (Xilófono) Glockenspiel… Bajo… guitara a doble velocidad… Dos guitarras ligeramente distorsionadas… Mandolina… Guitarra española y presentando guitarra acústica… Además… campanas tubulares”.
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Entonces, estalla un coro que se desvanece sin prisas para dejar el sonido de las guitarras acústicas hasta llegar al acorde final de la primera parte.
Tubular Bells está catalogado como rock progresivo y, mientras que la definición es correcta, tiene muchas influencias, tales como la citada música clásica y en ocasiones nos recuerda a la “Rapsodia en Azul” de Gershwin.
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Por otra parte, la composición se asemeja en espíritu -sin serlo-, a la entonces incipiente música electrónica y al new age; tiene un poco de Vangelis y otro tanto de Alan Parsons. La pieza de Oldfield es rock en sinfonía (no rock sinfónico) y no por nada es considerada la pieza instrumental más vendida en la historia y que también fue inmortalizada por su portada creada por Trevor Key.
El álbum fue el primer lanzamiento de Virgin Records, el25 de mayo de 1973, y uno de los responsables de su crecimiento. Existen muchas versiones Tubular Bells, regrabaciones, secuelas y hasta una versión orquestada. La que sea que elijas, te dejará satisfecho.
En 2023 se cumplen 50 años del estreno de Tubular Bells, de Mike Oldfield.