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Viajar cambia tu vida: la ruta escénica por California (parte 1)

Comenzaré este artículo con una pregunta: ¿Por qué me gusta viajar? Bueno, respondiendo lo anterior, he contado en otros escritos que en 2006 fue mi primer viaje al extranjero, jamás olvidaré la sensación de llegar a otro país, la emoción de ver cómo se abren las puertas del aeropuerto para descubrir las calles del lugar al que llegas, la imagen que describo es similar a cuando se abren las cortinas de un telón… no sabes con exactitud lo que estará detrás de ellas, pero estás casi seguro que te gustará la sorpresa. La segunda razón, la más trascendental para mí, es porque me permitió volver a soñar y creer en la magia.

Verás, en 2015 hice un “road trip”  por la ruta escénica de California, recorrimos en auto desde Los Ángeles hasta San Francisco. En ese entonces había perdido muchos sueños e ilusiones derivados de una leve depresión: no me conocía, mi resiliencia estaba por los suelos, no buscaba ayuda y mi inteligencia emocional no era precisamente la más alta y lo extraño es que lo tenía todo, una familia que me apoyaba, amigos, un novio que siempre me respaldaba, trabajo y salud, pero me sentía incompleta por falsas ideas y expectativas que me había hecho en la cabeza.

Resulta que elegimos California porque uno de mis mejores amigos trabajaba en un crucero que hacía escala en los puertos de Los Ángeles, San Diego y San Francisco, la idea principal era treparme al barco, pero Adán (mi novio) no tenía mucho ánimo de subirse porque tenía otros planes preparados (música de suspenso de fondo); entonces, decidimos visitarlo los días que llegaba a tierra para coincidir con él. Una vez tomada la decisión, comenzamos con los trámites habituales, este era el segundo viaje después de San Antonio (si no has leído sobre esto, regresa a leer el artículo anterior):

Comenzamos con los vuelos de CDMX a Los Ángeles por 3,800 MXN; posteriormente hicimos las reservaciones para el alojamiento. En ese entonces Airbnb no era tan reconocido como lo es ahora, así que para ahorrar, nos quedamos en un hostal en San Francisco, era joven, inexperta, recién integrada al mundo laboral y quería vivir la experiencia por lo menos una vez en la vida, así que dijimos “¿por qué no?”, creo que hoy no lo repetiría porque disfruto mucho la privacidad de un baño propio; en Los Ángeles, por ejemplo, nos quedamos en un hotel de dudosa calidad como los que se observan en las películas de Hollywood (literal), así que de hospedaje no pagamos más $6,500 MXN durante nueve días por persona; nada mal si consideras que California es uno de los estados más caros para vivir en Estados Unidos. Respecto a la renta del auto, cotizamos en varias agencias, hasta que dimos con una promoción y el auto salió en un aproximado de $5,000 MXN (no incluye gasolina, ni seguro).

En cuanto a las experiencias se refiere, me tomaré más tiempo para narrar esto en la segunda parte. Me regresaré, por el momento, a las primeras líneas; como estaba ligeramente abrumada por la vida, mi anhelo por la aventura se veía nublado por los juicios negativos hacia mi entorno, así que nos enfocamos mucho en conectar con la naturaleza, en recorrer las prominentes curvas de la carretera que prometían suntuosas vistas del mar, atractivas lagunas, sensuales leones marinos tomando baños de sol, muelles, pueblitos de cuento  y hasta un castillo, que más bien se trataba de la mansión de un opulento magnate de antaño.

Así que cada parada, cada minuto que bajábamos del auto para tomar fotografías era como un regalo; decía Forrest Gump: “la vida es como una caja de chocolates, nunca sabes lo que te va a tocar”, pues retomando estas palabras, California se convirtió en mi caja de bombones y cada kilómetro que recorría, era una probadita de dulce. Incluso, los momentos “amargos” ahora son gratos recuerdos, aquí cometimos uno de los bloopers de los que he platicado en otro momento, olvidamos revisar el clima y pensando en Guardianes de La Bahia (efectivamente, la serie de televisión donde ves correr a Pamela Anderson), creímos que California ameritaba shorts y playeras en el mes de abril, la realidad era otra, es un lugar frío durante esa época del año, casi igual de frío que las cartas de tu ex.

Pero volviendo al tema, darme el permiso para disfrutar de esta experiencia fue el botón de reinicio para conectar conmigo, para saber que existe algo “más grande” que mis preocupaciones, llámale Dios, Universo, consciencia infinita, no importa tu religión o cómo le nombres, porque al ver esos paisajes y toda la grandeza extendiéndose hasta el horizonte, entendí sobre lo pequeño que somos en relación al cúmulo de granos de arena, estrellas y espacio infinito, pero lo grande que somos como individuos y cuánto amor podemos integrar en nuestro ser… después de comprenderlo desapareció la ansiedad, la depresión, la tristeza y solo quedó el presente, no había más que presente durante ese trayecto…

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