La teoría de Dany Page Rollinet, investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, acerca de la presencia de una estrella de neutrones en el remanente del denso polvo de la supernova 1987A -una explosión estelar que ocurre cuando una estrella está en agonía-, fue comprobada por un grupo de científicos de la Universidad de Cardiff, en Gales, Reino Unido.
Desde 1987, Page, junto con colegas del Instituto Max Planck de Astrofísica de Alemania y de las universidades Stony Brook y de Ohio, de Estados Unidos, predijeron teóricamente, con modelos numéricos, su existencia y apariencia; ahora, tres décadas después, se ha constatado con el telescopio Atacama Large Millimiter/Submillimiter Array (ALMA), ubicado en Chile.
El hallazgo observacional (de los estudios teóricos de Dany Page), hecho por el grupo de Phil Cigan y Matsuura Mikako, de la Universidad de Cardiff, en Gales, Reino Unido, se publicó recientemente en la revista científica The Astrophysical Journal.
La comprobación
Mediante ALMA fue posible ver un exceso de brillo en una burbuja de polvo presente en los escombros centrales del remanente.
“En estas explosiones de supernova se produce un hoyo negro o una estrella de neutrones. Generalmente se espera que la estrella de neutrones sea un pulsar, que se detecta porque emite pulsaciones muy rápidas, de hasta centenares de pulsos por segundo. Pero mi predicción teórica señaló que no podía tratarse de un pulsar, sino de una estrella de neutrones que no emitía pulsos. Las observaciones actuales indican que esto es correcto”, afirmó Page.
Para emitir pulsos, la estrella de neutrones debe tener un campo magnético muy fuerte. “En este caso hubo muchísima materia que volvió a caer sobre la estrella, unas horas después de la explosión. Y, según mis cálculos, esta materia debió haber tapado el campo magnético, y ya no pudo emitir pulsos”, detalló.
Los nuevos estudios observacionales no han detectado las pulsaciones porque la estrella no tiene campo magnético, aclaró.
“Lo que se mira a esta distancia es una burbuja súper pequeñita, solamente ALMA tenía capacidad de verla, aunque en realidad es como mil veces más grande que la órbita terrestre. Es una gran burbuja de gas, pero a esta distancia de 175 mil años luz es un puntito que apenas se detecta. Esa burbuja de gas emite mucha radiación respecto del material que la rodea”, señaló el universitario.
Las estrellas con más de ocho veces la masa del Sol tienen un final explosivo, conocido como supernova, cuyo residuo puede ser una estrella de neutrones o un agujero negro, dependiendo de la cantidad de masa que queda después de la explosión. Estudiar las etapas posteriores a este evento no es sencillo, porque su ocurrencia en nuestra galaxia es de una cada 50 años, y no necesariamente puede verse desde nuestro planeta.
Además, al expulsar las capas externas del gas, el centro de la explosión, donde estará el objeto resultante, queda embebido en capas muy densas de escombros de gas y polvo, lo que hace muy difícil observar.
En el caso de la remanente de la supernova 1987A, se estima que la cantidad de polvo en los escombros es equivalente a 200 mil veces la masa de la Tierra.
Desde que se registró la explosión, en 1987, ha habido esfuerzos internacionales para detectar el residuo de esta explosión. “Ahora se tiene un argumento sólido para afirmar que el residuo es una estrella de neutrones”, remarcó Page.