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Tecnología

Hacktivistas argentinos reciclan basura electrónica

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Un colectivo de hacktivistas argentinos conocido como cybercirujas está transformando dispositivos electrónicos descartados en nuevas herramientas como consolas de videojuegos, robots educativos y equipos reacondicionados para el estudio o el trabajo. Su objetivo es enfrentar la obsolescencia tecnológica y reducir la basura electrónica que genera el país.

El grupo comenzó en 2019 con “ollas populares de hardware”, espacios de intercambio de piezas, y tomó fuerza durante la pandemia cuando muchas personas necesitaban computadoras para clases en línea. Desde entonces, reciben donaciones de máquinas que reparan con software libre y entregan a quienes las requieren.

“Experimentamos con tecnología, tratando de reciclarla, refuncionalizar elementos que otras personas tirarían”, explicó Esteban Palladino, conocido como Uctumi y uno de los impulsores del movimiento.

Entre sus creaciones destacan terminales de pago convertidas en consolas de videojuegos, teléfonos de línea usados como controles y un ventilador industrial transformado en la “Ventilastation”, una consola que lleva en su pantalla de inicio el lema “lo viejo funciona”.

Argentina produce unas 520,000 toneladas de desechos electrónicos al año, la quinta cifra más alta de América, después de Estados Unidos, Brasil, México y Canadá, según un informe de 2024 de la ONU. A nivel global, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas.

Los cybercirujas se definen con una retórica política y social: sus “células” replican la estructura de un manifiesto inspirado en Karl Marx, y en sus carteles aparece un Che Guevara convertido en cyborg. “Frente a la inmoralidad de un equipo tirado en la basura, el cyberciruja se rebela ante la autoridad del mercado”, señala su declaración de 2021.

En su tercer encuentro anual en Buenos Aires, realizado el fin de semana pasado, ofrecieron talleres para prolongar la vida útil de teléfonos y demostraciones de inteligencia artificial en computadoras antiguas. También participaron iniciativas como el “roboticlaje”, que reutiliza residuos informáticos para fabricar kits de robótica escolar.

El ingeniero Juan Carrique, creador de este proyecto, resumió la propuesta: “Con basura electrónica, les hago armar sensores de temperatura o controles de motores. No es lo mismo comprar algo hecho que tener que hacerlo incluso desde la basura”.

El movimiento combina un costado solidario con otro tecnopolítico y lúdico. Para sus miembros, la disputa es también por el tiempo de ocio y por la manera de habitar la tecnología en un entorno dominado por corporaciones digitales.


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