Recuerdos vivenciales de la Ley de Sociedades de Convivencia, evento histórico que también conforma Noviembre, Mes LGBT+ Mexicano.
En 2003, Patricia Mercado logró, por vez primera, promover candidaturas LGBT+ a un nutrido grupo a nivel nacional, a través del Partido México Posible. En esta ocasión obtuve mi primera candidatura a una diputación local en la Ciudad de México.
En 2006, Patricia Mercado repitió el buen propósito de transformar a México en un país igualitario y feliz creando el Partido Alternativa Socialdemócrata, que una vez más reunió a activistas LGBT+ de toda la República Mexicana con diferentes candidaturas. Esta vez Patricia Mercado iba a postularse como candidata a presidenta de la República Mexicana.
Entonces tuve la fortuna de crear una maravillosa fórmula en la Ciudad de México al lado de la extraordinaria feminista Adela Muñiz, con una candidatura federal.
Gran parte del trabajo que realizábamos en Alternativa, era reunirnos un nutrido equipo de personas activistas, académicas y teóricas LGBT+ para crear y sustentar las propuestas que íbamos a presentar en nuestras candidaturas a nivel nacional. Una de esas propuestas era el matrimonio entre personas del mismo sexo, para gozar de los mismos Derechos que las parejas heterosexuales habían tenido toda la vida.
Siempre que nos reuníamos en las oficinas del Partido, se acercaba un compañero a las mesas donde nos encontrábamos trabajando, y con toda la sorna del mundo, la cual nunca pensé que una persona en este Partido político tuviera, nos decía:
“-¿Cómo va la agenda pinky?” y cada que pronunciaba esta última palabra, soltaba una estruendosa carcajada, y mientras a nosotres se nos helaba la sangre, él se iba caminando muy feliz y muy tranquilo…
Cuando algunas compañeras Trans se organizaron para reclamarle, yo fui con ellas. Este hombre heterosexual nos respondió con escarnio absoluto: “¿por qué mejor no se ponen a trabajar en algo que valga la pena?”.
Cuando por fin decidimos reportar esta actitud, nos enteramos que el Partido estaba en un momento muy difícil, porque los machos del Partido le querían robar a Patricia Mercado la candidatura por la que había trabajado durante décadas, para vendérsela al Dr. Simi. No soportaban que una mujer nos mostrara la manera correcta de hacer política.
En una asamblea que se preparó para autentificar legalmente la candidatura, esos hombres contrataron a un enorme grupo de choque para que la reventaran a golpes, y así lo hicieron.
Mientras lanzaban docenas de latas de refresco llenas, como proyectiles para lastimarnos a quienes traíamos una playera de cierto color, no les importó que la mayoría fueran mujeres, algunas de las cuales se encontraban embarazadas, además de niñas y niños, personas en sillas de rueda y en muletas. Al terminarse las latas, comenzaron a lanzarnos los platos, los vasos y las tazas de vidrio.
Habíamos armado barricadas protectoras con las mesas sobre las que minutos antes estábamos trabajando, así que cuando esos objetos se les acabaron, y no habían logrado persuadirnos para que al pasar lista no hubiera quorum, y dar por invalida nuestra asamblea, comenzaron a lanzarnos las sillas metálicas que se encontraban dentro del salón, y cuando estas se acabaron fueron por más a otros salones.
Las mesas nos seguían protegiendo, por lo que finalmente usaron los puños, con unos cosos metálicos que se pusieron, rompiendo narices al por mayor. Al ver la sangre en las caras de algunas y algunos compañeros fue que decidimos huir. Yo no podía sangrar y exponerme a infectar a alguien, así que me fui arrastrando por toda la alfombra hasta salir al pasillo y corrí.
Después de eso, al reunirnos en el estacionamiento, Patricia nos aseguró que realizaría las denuncias correspondientes, y fue ahí que me percaté que algunos de nuestro grupo LGBT+ se habían vendido al otro bando, traicionando la confianza que Patricia había depositado en nuestro grupo de trabajo LGBT+.
Finalmente, Patricia logro defender su candidatura, pero, el daño al interior del Partido ya estaba hecho… Y aunque habíamos tenido una amplia aceptación para una mujer como candidata a la presidencia de la República, no obtuvimos el porcentaje necesario para que ella ganara.
Algunos años después, de esa traición, aquel compañero heterosexual que se carcajeaba de nuestra Agenda Pinky y que burlonamente nos decía que nos pusiéramos a hacer algo bueno, gracias al trabajo que hicimos en el Partido para crear nuestra Agenda Pinky, él logró un puesto en la política mexicana.
Y es que alguien de los traicioneros que se vendieron al otro grupo, le regaló, o le vendió, nunca lo sabremos, nuestra agenda.
Y ese funesto personaje apoyado por compañeras lesbianas y gays, que estoy seguro desconocían todo lo anterior, logró colarse en el congreso del entonces D.F., y gracias a la fuerza que le dio nuestra Agenda Pinky estuvo al frente de la Comisión de DDHH de la Asamblea Legislativa capitalina.
Ya después de hacerse muy popular ostentando la autoría de aquello que nos fue robado, despareció de la política incapaz de hacer nada más, y es lógico, pues ya no estábamos nosotras, nosotres y nosotros trabajando para crear una nueva idea que nos pudiera robar.
Mi gran molestia estriba en no poder comprender ¿cómo es que pusieron al frente de la Comisión de los Derechos Humanos a un hombre que violentó de manera reiterativa a miembros de un grupo vulnerable?
Algunas de las personas que formamos parte de aquel maravilloso grupo de trabajadores intelectuales que creamos la Agenda Pinky, nos hemos continuamos viendo y charlando, y han comentado que estarían dispuestas a verificar y ampliar este breve relato de como un hombre heterosexual que se burlaba del trabajo de unas jotas se lo robó, y se coronó como reina gay.
Es así como las personas heterosexuales siempre han estado a nuestro lado, para bien y para mal, por lo que no podemos borrarlas de nuestra historia LGBT y agradecer a quienes no solo fueron llamarada de petate, sino que han estado, están y serguramente continuarán apoyándonos, sin robarnos méritos y si aportando en favor de nuestra lastimada población.
Publicado en Arcoiris.city