Y tú ¿Qué dices que dices?
Si, suena a juego o a reiteración, sobre todo si no reparamos en la tilde que adorna a la primera palabra de la pregunta.
Ojalá que, al encontrar la respuesta, puedas observar el sentido de tus palabras y cómo se relacionan con tus emociones, pensamientos, creencias, juicios y todo aquello que en el día a día construye la percepción que tenemos de la vida, de cuanto nos rodea.
Somos lingüísticos y contamos historias a cada paso, somos comunicativos y transferimos, consciente o inconscientemente a los demás lo que somos, lo que percibimos, lo que observamos, lo que nos es importante…
Así, mediante el lenguaje nos relacionamos y construimos, lo hacemos desde siempre, nos demos cuenta o no.
En Ontología del Lenguaje, Rafael Echeverría, explica esta naturaleza lingüística a partir de los siguientes postulados:
- Los seres humanos son seres lingüísticos, seres que viven en el lenguaje.
- El lenguaje no solo nos permite hablar sobre las cosas, el lenguaje hace que sucedan las cosas.
- El lenguaje es generativo, no sólo nos permite describir la realidad, el lenguaje crea realidades. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también precede a la realidad.
- El lenguaje genera identidad. “Somos lo que decimos”
- Permite las relaciones a partir de las conversaciones.
- Nos permite asumir compromisos.
- Nos permite generar posibilidades.
Entonces, nuestras palabras y pensamientos declaran aquello que percibimos. Le damos el sentido a la vida, justo a través de ese ser lingüístico que somos.
Es relevante parar y voltear a “ver”, en ese mundo íntimo en el que habitamos, cuál es la calidad de nuestros pensamientos…
¿Qué te dices a ti, de ti mismo? ¿Qué les dices a los seres que amas? ¿Qué crees acerca de tus acciones? ¿Cuáles son tus frases más recurrentes? ¿Qué estás construyendo? ¿De qué color estás mirando la vida?
Responder a las preguntas anteriores quizás nos acerque a la conciencia de que, todo aquello construido mediante la palabra, ya sea que lo expresemos o no, está determinando la realidad que vivimos, no sólo para nosotros, también para quienes nos rodean, ¡Menudo compromiso!
Es relevante darnos cuenta, generar consciencia de lo poderoso que es nuestro lenguaje, edificar a partir de nuestra palabra.
Un lenguaje que se construye desde un pensamiento compasivo, nos permitirá elaborar mensajes generadores de bienestar, para nosotros y para los demás.
El lenguaje consciente contribuye a nuestra auto percepción y hará sentir al otro su valía.
Podemos transformar pues, aquello que no nos gusta de nuestras relaciones interpersonales, pero requiere de un trabajo profundo, en el que poco a poco modifiquemos aquellos paradigmas que nos determinan.
Un lenguaje que edifica es aquel que evita la imposición y el juicio, que contribuye, que no hiere. Aquel que reconoce, que genera congruencia entre pensamiento, palabra y acción. El diálogo más importante es el que se construye en el interior de nuestro ser, porque si nos damos cuenta de lo que nos decimos constantemente, podemos darnos cuenta de todo cuanto propiciamos y cómo impactamos en los demás.
¡Somos lenguaje!
Por ello, es imperativo usarlo de manera consciente, edificar desde lo positivo, desde la precisión. Nada es absoluto, hay una gama maravillosa de colores que podemos percibir si lo hay una intención constructiva, si le damos a nuestro pensamiento y por lo tanto a nuestro lenguaje un tinte de flexibilidad.
Hagamos pues un espacio en nuestra carrera de la vida para repensarnos desde la conciencia lingüística, para reconocer el poder generativo de la palabra, para cuidar aquello que expresamos.
¡Todo es cuestión de enfoque! Hay que voltear a ver nuestros resultados y darnos cuenta de lo que a través del lenguaje generamos en nosotros mismos y en los demás. ¿Cómo reaccionan los otros ante lo que digo, o no digo, pero actúo? ¿De qué manera influye en nuestra relación? ¿Qué tiene que ver con lo que pienso, digo o siento sobre mi? ¿Qué tan satisfecho estoy con esto?
De tus respuestas, dependerá el paso que puedas dar en consecuencia…
¡Nos leemos pronto!