¿Quién no recuerda el juicio más fatídico, más ilegal y atropellado de la historia? Aquel donde la muchedumbre se dejó llevar por quienes en una insana lucha propiciada por sus egos lastimados manipuló para mal juzgar a un inocente. Donde el odio pudo más que la razón al grado que sus mentes y sus corazones fueron cegados, donde incluso eligieron liberar a un ladrón y asesino pero no a que a quien era objeto de su odio y de su envidia. Así fue el juicio de Jesucristo:¡ilegal, inmoral, vergonzoso! El hombre más sabio y más inteligente de esta Era, fue mal enjuiciado y le costó la vida. Ni siquiera él respondió como se merecía a la prole enloquecida.
Menciono esto porque así es efectivamente, el poder lo tiene el pueblo, es el fuerte. El que importa, el que decide, el que lucha o permite, el que grita o calla. Y entonces ¿estamos seguros de no haber hecho nunca un juicio como aquel llevado hace más de dos mil años? Obviamente sin crucifixión ni latigazos, pero ¿estamos seguros? ¿Podríamos jurar que nunca hemos cooperado para sacrificar a alguien que no lo merezca? ¿Qué no hemos utilizado la fuerza de la multitud para liberar ladrones y asesinos y culpar inocentes?
Son reflexiones que debemos tomar con cuidado, antes de ir cada domingo a rezar y darse golpes de pecho hay que analizar muy bien si hemos cooperado; y se coopera por acción o por omisión, ¡ojo! De pronto somos muy buenos para comprar revistas, periódicos o escarbar en las redes sociales y ver con morbosidad cómo se despedaza la reputación de una persona… ¿esa no es una manera de sacrificar o crucificar?
Las consecuencias en la vida de una persona expuesta al escrutinio público pueden provocar que tal vez su vida nunca vuelva a ser la misma de antes. Antes de cooperar con alguna causa que implique la desvalorización pública de cualquier persona, razonemos… es válido todo aquello que decidamos. Pero decidamos desde la responsabilidad y el conocimiento, no desde la sinrazón y el sinsentido.
No permitamos ser carne de cañón para quien le gusta (porque así le conviene) promover el ‘borlote’ y el zafarrancho. No peleemos guerras que no son nuestras, donde nos mandan a la batalla y los verdaderos interesados se ensucian la conciencia pero no se ensucian las manos.
Afortunadamente para los casos extremos donde se vulnera la intimidad de una persona, en Querétaro, se ha aprobado la Ley Olimpia, donde ya se finca una responsabilidad jurídica a quien por medio de imágenes y/o videos exponga la intimidad y/o el cuerpo de una persona sin su consentimiento.
Si bien hay alegría cada que se aprueban leyes para protegernos, hay que recordar que se aprueban precisamente porque ha surgido la necesidad de hacerlo, porque ya ha habido quienes se han visto perjudicados previamente.
Un reconocimiento a las mujeres (porque son las más expuestas) que han participado en todo el proceso para que esta propuesta ahora sea una ley, gracias por exponer este tema tan sensible y lamentablemente tan común. Gracias por contribuir a proteger nuestra intimidad.