Al igual que la justicia, la sensación de seguridad es un lujo patriarcal.
Las mediciones del INEGI sobre victimización y percepción sobre seguridad pública muestran que, consistentemente, los hombres tienen la percepción más alta de seguridad en Querétaro.
Asimismo, se aprecia que a mayor ingreso hay mayor percepción de seguridad. La diferencia entre ser mujer de clase baja y ser hombre de clase alta es abismal.
Solamente el 28.9% de las mujeres de nivel socioeconómico bajo percibían seguridad en Querétaro durante el año 2024. Solo 3 de cada 10 se sienten seguras.
En contraste, el 60.8%, 6 de cada 10, del grupo de hombres con nivel socioeconómico alto percibían seguridad en Querétaro durante el mismo periodo.
En el promedio entre los distintos niveles socioeconómicos el 51.8% de los hombres mayores de 18 años en Querétaro consideraron que su estado era seguro. El 35.4% de las mujeres mayores de 18 años que compartieron esta percepción.
La brecha conjunta entre seguridad e ingresos es también una muestra de las brechas digitales y de bancarización.
Los mayores ingresos y digitalización permiten la disminución de oportunidades para sufrir, por ejemplo, por el robo de la cartera al hacer compras en un establecimiento físico.
Diseño urbano y seguridad
El diseño urbano también tiene mucho que ver en la percepción de seguridad y ahí inciden directamente las autoridades municipales.
La sensación de seguridad se paga. El dinero permite comprar una casa en fraccionamientos con acceso controlado y vigilancia privada, dispositivos como alarmas y videocámaras.
Los de mayores ingresos se pueden dar el lujo de pagar doble seguridad. La primera, la pública, a través del pago de impuestos. La segunda, la privada, a partir de la capacidad económica.
Los fraccionamientos cerrados se convierten en ínsulas de protección y trasladan la inseguridad, con sus grandes bardas perimetrales, al exterior.
No hay nada más desolador para una mujer de escasos recursos que caminar por una larga banqueta donde hay un muro interminable a un costado y el arroyo vehicular al otro.
La seguridad como lujo masculino es algo que hemos construido con décadas de decisiones gubernamentales concretas. Casa por casa, colonia por colonia, en cada sesión de cabildo.