Veinticuatro años después del triunfo electoral de Vicente Fox Quesada en el año 2000, el “cambio” no ha terminado de concretarse en las estructuras sociopolíticas y mediáticas del país.
Sin embargo, se pueden mencionar algunos avances o modificaciones en relación a los medios y sus vínculos con las audiencias, como parte del proceso de democratización que sí o sí, también transita por los medios.
En el marco normativo, lectores, radioescuchas y televidentes tienen derechos y herramientas de protección desde 2014, con la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR).
Sin ser la panacea o solución a múltiples pendientes, la ley incluyó un capítulo titulado “Derechos de las audiencias”, lo cual implicó un avance frente a concesionarios.
Aunque los dueños de medios cabildearon, hicieron una contrarreforma y han buscado minar o limitar las facultades del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en el tema, la lucha de especialistas y audiencias ha revertido esas intenciones.
Un avance más, por lo menos en lo normativo sin que el trasfondo dé motivos para festejar, es que existe una ley reglamentaria sobre derecho de réplica en el país.
Desde finales de 2015, el Derecho de Réplica tiene una norma jurídica específica. No obstante, en contenido así como en la práctica pone obstáculos para su ejercicio.
El Derecho a la Información tiene una asociación nacional que lo impulsa, exige y lanza advertencias en momentos cruciales. La AMEDI (Asociación Mexicana del Derecho a la Información), donde han luchado especialistas como Raúl Trejo Delarbre y Aleida Calleja, por mencionar dos nombres, ha insistido en los esfuerzos.
A diferencia de 2000, existe una tercera cadena de televisión abierta: Imagen Televisión. La credibilidad y el consumo del duopolio van en declive desde hace por lo menos una década… y sus propietarios siguen sin reconocer a sus audiencias como sujetas de derechos. Aún no tienen una defensora o defensor del televidente.
Especialistas y académicos con compromiso hacia los derechos de las audiencias han colaborado en el fortalecimiento de la ruta trazada. Beatriz Solís Leere, Gabriel Sosa Plata, Felipe López Veneroni, Adriana Solórzano, Mercedes Olivares, Lenin Martell, más el impulso de jóvenes como Laura Martínez Águila, Hilda Saray, consolidan y amplifican el conocimiento de los derechos.
Desde una mirada más macro, las élites políticas y los propietarios de los medios no han cambiado ni ha habido una “transformación” o renovación de fondo en 24 años. Son casi los mismos nombres y personajes; las siglas y las denominaciones, sobre todo político partidistas, se leen y escuchan diferentes, pero en el fondo hay gatopardismo.
Ahí están Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean, la familia Vázquez Raña o Vázquez Aldir, Javier Alatorre, Joaquín López Dóriga, Alazrraki, Loret de Mola… en el caso de esta lista de conductores de noticias, la credibilidad no necesariamente está en su top o mejor momento. Las audiencias han valorado más otros esfuerzos.
Los partidos políticos e integrantes de la clase política hacen recordar la frase “¡Qué país!”, de Ezequiel Martínez Ángeles, conductor de “A micrófono abierto” en Radio UAQ durante 26 años. A 15 años de su partida en 2009, ni México ni Querétaro han visto una renovación de los partidos, y menos una sinergia en beneficio de la ciudadanía.
Las audiencias de medios de este país todavía adolecen de calidad en programación y contenidos en la mayoría de los medios. De políticas y políticos que tanto conozcan como se comprometan en la materia de derechos y lucha contra la concentración de frecuencias o presencia.
El llamado “segundo piso de la transformación” tiene mucho que trabajar, ofrecer y concretar en la materia.
