La vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) y el tamizaje mediante la prueba de papanicolaou han demostrado ser estrategias efectivas para reducir la incidencia del cáncer cervicouterino en países desarrollados.
En América Latina, reforzar estas medidas es clave para disminuir los casos, según la académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, Asucena Irais Mendoza Huerta.
El VPH es la infección de transmisión sexual más frecuente. Se estima que alrededor del 90% de la población sexualmente activa estará en contacto con alguna variante del virus antes de los 50 años.
Pese a su alta prevalencia, solo ciertos tipos de VPH, especialmente los subtipos 16 y 18, están directamente relacionados con el cáncer cervicouterino.
Metas de la OMS para erradicar el cáncer cervicouterino
En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la estrategia 90-70-90 para erradicar este tipo de cáncer.
Sus objetivos incluyen vacunar al 90% de las mujeres antes de los 15 años, realizar pruebas de tamizaje al 70% de la población femenina antes de los 35 y los 45 años, y garantizar tratamiento al 90% de las diagnosticadas con la enfermedad.
La detección oportuna en la región enfrenta retos sociales y económicos. Factores como el nivel educativo, tabúes y el acceso limitado a los servicios de salud impiden la aplicación de pruebas y la vacunación masiva.
Según la Secretaría de Salud, en 2022 se registraron 9,439 casos de cáncer cervicouterino y 4,335 muertes en México. Chiapas fue la entidad con mayor tasa de mortalidad con 11.91 por cada 100 mil habitantes.

Vacunación y detección temprana
La vacunación contra el VPH ha demostrado eficacia en la reducción de casos en países desarrollados, donde el cáncer de endometrio ha superado al cervicouterino en incidencia.
Sin embargo, el papanicolaou sigue siendo una herramienta clave para la detección temprana. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda realizarlo cada tres años a partir de los 25 años.
Desde 2018, el 4 de marzo se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre el VPH, impulsado por la International Society of Papillomavirus (IPVS).
La información y la prevención son fundamentales para reducir la incidencia de esta enfermedad y salvar vidas.
Efectos del VPH en la salud de la mujer
Existen más de 240 variedades diferentes del VPH, de los cuales 15 están relacionados con el cáncer de cuello uterino, vagina, vulva, ano y orofaringe (parte posterior de la lengua, paladar, garganta y amígdalas).
Entre las cepas más peligrosas están las 16 y 18, relacionadas prácticamente en un 100% con las lesiones preneoplásicas e invasoras de cáncer de cuello.
El Dr. José Andrés Poblete, ginecólogo y presidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (Sochog), explica que este virus se transmite exclusivamente por la actividad sexual, ya sea genital, oral o anal. También puede transmitirse a través de las manos cuando han tenido contacto con los genitales.
“No es un virus que tenga transmisión hereditaria ni otros factores de riesgo asociados. El único mecanismo de infección es la actividad sexual”, asegura.
Las lesiones benignas causadas por el VPH incluyen los condilomas vulvares, también conocidos como verrugas genitales. Estas lesiones no representan un riesgo de cáncer, pero pueden causar molestias y requieren tratamiento.
Las lesiones malignas corresponden a las preneoplásicas o invasoras de cáncer de cuello del útero, vagina y vulva. Estas lesiones pueden evolucionar a lo largo del tiempo y, si no se detectan a tiempo, convertirse en cáncer invasor.
El tiempo entre el contagio por VPH y la aparición de lesiones cancerosas depende del sistema inmunológico de la persona.
En general, se considera que deben pasar al menos 10 años desde la infección hasta la aparición de un cáncer invasor. Sin embargo, las lesiones preinvasoras pueden aparecer tan solo dos años después de la infección, según indica el Dr. Poblete.