Colombia anunció que negó la entrada a su territorio de aviones militares estadounidenses con migrantes deportados.
El presidente Gustavo Petro justificó la decisión señalando que los migrantes deben ser tratados con dignidad y calificó de inaceptable el traslado en aeronaves militares.
Esta medida se suma al rechazo de Brasil, que también denunció el trato “denigrante” a sus ciudadanos deportados de EE. UU.
Petro afirmó en sus redes sociales que sólo aceptará vuelos civiles y respetuosos de los derechos humanos.
Además, destacó que más de 15,000 estadounidenses que residen en Colombia sin documentación deben regularizar su situación.
“Un migrante no es un delincuente”, declaró, subrayando que América Latina merece respeto en su trato migratorio.
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Tensión con EEUU
Este es el primer desencuentro significativo entre Petro y el gobierno estadounidense. Según fuentes de la presidencia colombiana, Washington no cumplió con los protocolos bilaterales establecidos para deportaciones.
La medida ocurre en un contexto donde Estados Unidos intensifica sus políticas contra la migración irregular, con deportaciones masivas y acciones como el despliegue militar en la frontera con México.
Tom Homan, encargado de fronteras bajo el gobierno de Donald Trump, sugirió que EEUU podría buscar terceros países para deportar migrantes si los destinos originales se niegan a recibirlos.
El gobierno de Brasil, liderado por Luiz Inácio Lula da Silva, condenó recientemente el traslado de 88 deportados en condiciones degradantes, como viajar esposados de pies y manos, sin agua ni acceso a baños.
En su gobierno, Petro ha atribuido la migración masiva a políticas extractivistas de países desarrollados, que generan pobreza en el sur global.
Mientras tanto, el flujo de migrantes a través de la selva del Darién, un paso clave hacia Norteamérica, ha alcanzado cifras récord.