En un discurso que dio en 1996, Gabriel García Márquez comentó que la ética no es una condición ocasional al periodismo, es parte de sus pilares fundamentales y esta debe acompañarlo siempre como el zumbido al moscardón.
Al ser planteada como una necesidad intrínseca, la ética es una respuesta constante a los desafíos y retos que presenta — en este caso — la práctica diaria del periodista, cada nota y cada hecho están sujetos a los imprevistos y las posibilidades que trae consigo cada momento. ¿Cómo abordar un día inusual? ¿Cómo comunicar una tragedia?
A siete años del sismo del 19 de septiembre es pertinente preguntar y mirar en retrospectiva.
El periodista Jorge Tirzo publicó un texto en el Consultorio Ético de la Fundación Gabo, en el cual expone tres lecciones periodísticas que quedaron tras el sismo del 2017.
Destaca, sobre todo, la importancia que tiene la cobertura periodística en un momento de crisis, ya que funge como un espacio con acceso a los medios para hacer transmisiones por diversos canales, informando así con el objetivo de ayudar a la comunidad a percibir los alcances del problema que irrumpió en la vida comunitaria, una situación cubierta por incertidumbre y falta de canales de comunicación.
Las redes sociales y los medios digitales también tuvieron un papel protagónico en el terremoto de hace más reciente.
A diferencia del que se vivió en 1985, el ecosistema mediático era totalmente diferente, Facebook, Twitter y distintas redes sociodigitales fueron las líderes decisivas en la comunicación de lo ocurrido, pero eso no significa que no traigan consigo sus propios retos; la desinformación y la fabricación de noticias falsas no es una práctica que se exceptúa en tiempos de crisis.
Aprendimos que la línea entre una buena comunicación y un engaño que no aporta nada es muy delgada.
La distancia en el tiempo es lo que nos permite poder reflexionar sobre el papel del periodismo en la cobertura de los terremotos ocurridos el 19 de septiembre.
Antes mencioné que la ética es una respuesta constante al acontecer de cada día, una reacción a aquello que se presenta frente a nosotrxs.
Un periodismo sin fallas es imposible, este es atravesado por muchas dificultades que sus profesionistas encarnan día con día, sin embargo, mirar atrás también hace ver la importancia del relato y del recuerdo de los días que pasan.
José Emilio Pacheco escribió en Las Ruinas de México: “Nadie cree en el olvido/ Estaremos de luto para siempre/ Y los muertos/ no morirán mientras tengamos vida”. Mirar al pasado permite hacer un ejercicio de crítica constante que proyecte formas diferentes de actuar en el futuro, apuntando a hacerlo de la forma más adecuada posible, siempre desde los lugares que transitamos y las posibilidades que tenemos.
*José María Urrutia Reyes es estudiante de la Maestría en Filosofía Contemporánea Aplicada.